La pintura de Broto continúa explorando los caminos y las posibilidades de la abstracción en su vertiente más fluida, intensa y personal. Creador de una obra cada vez más libre, independiente y contemporánea, sus «pinturas, mis imágenes, son como fotogramas congelados de una película sin fin. Tienen una apariencia, pero podrían tener otra. Son un resumen provisional de esa suerte de infinito».
El resultado es una obra que casi siempre plantea una rivalidad interna entre, por ejemplo, figuras geométricas y espacios orgánicos o campos de color opacos y transparentes. Una obra que se está transformando continuamente, una pintura que ocurre al margen de la realidad.
Para esta muestra, Broto ha realizado ex profeso cuatro obras de gran formato [1] que vislumbran un nuevo estado o pulsión estética, con la leve presencia, de nuevo, de elementos geométricos, así como de formas que parecen referir seres y elementos de la naturaleza, y que recuerdan a algunas de sus célebres obras de los ochenta.