Esta divertida fábula musical, exaltación de la solidaridad, unión, fantasía e ingenio, será interpretada por solistas y coro de los Pequeños Cantores de la JORCAM [1], con la dirección de Ana González, y de la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid, bajo la dirección musical de Jordi Francés. La dirección de escena es de Susana Gómez, con escenografía de Ricardo Sánchez-Cuerda, figurines de Gabriela Salaverri e iluminación de Alfonso Malanda.
Hans Krása compuso Brundibár en 1938 para un concurso del Ministerio de Educación de su país, pero debido a la persecución antisemita la ópera tuvo su estreno clandestino en un orfanato judío, en 1941, antes de que el compositor fuera deportado a Terezín.
Este campo de concentración, situado en una antigua fortaleza a 60 km de Praga, fue utilizado por la propaganda nazi como una ‘ciudad balneario’ ejemplar, donde los reclusos judíos podían trabajar, estudiar e incluso desarrollar diversas actividades artísticas, como se puede ver en la película Der Führer schenkt den Juden eine Stadt (El Fhürer regala una ciudad a los judíos), que incluye un fragmento de una representación de Brundibár.
Parada hacia el infierno
En realidad, Theresienstadt era un lugar de tránsito para campos de exterminio, donde acabó la mayoría de su población, incluyendo sus cerca de 50.000 niños. Ese fue el destino de Hans Krása, que acabó sus días en Auschwitz, y también de Viktor Ullmann (1898-1944), autor de la ópera El emperador de la Atlántida, que se podrá ver en el Real el próximo mes de junio.
En este contexto de angustia e incertidumbre, entre los muros de Terezín, Hans Krása volvió a escribir la ópera de memoria, para montarla con los niños y jóvenes del campo y la ayuda de otros reclusos provenientes del mundo de las artes escénicas.
Una pequeña exposición en la séptima planta del Teatro Real muestra la invitación, cartel y partitura de Brundibár, así como algunos dibujos de los prisioneros que dan cuenta de la vida en el interior de la terrible fortaleza.
Brundibár se representó en Terezín 55 veces, llenando de alegría la vida de los niños, como recuerda Dagmar Lieblová (1929), superviviente que vino a Madrid para los ensayos finales y estreno de la producción: «En Terezín participé en los ensayos de la ópera de Hans Krása y Adolf Hoffmeister, compositor y libretista de Brundibár, hoy famosa en todo el mundo. Cantaba entonces en el coro. Los ensayos empezaron en algún momento a principios del año 1943. Para todos los participantes era un gran acontecimiento. Desde el principio estuvimos totalmente entusiasmados».
«Tanto en los ensayos como en las representaciones no podíamos pensar en si teníamos hambre, o si nos amenazaban todo tipo de enfermedades, o si cualquier día nos podían enviar a otro campo de concentración. Cantábamos con alegría y con entusiasmo».
Experiencia inolvidable
«Brundibár era para nosotros como un cuento sobre la vida normal. Sobre el mundo en el que se vendían bollos y helados, donde los niños iban a la escuela y no tenían que llevar una estrella amarilla. Canté en el estreno del día 23 de septiembre y después ya solo en unas pocas representaciones más, ya que en diciembre de 1943 nuestra familia fue enviada a Auschwitz-Birkenau. A pesar de eso, para mí Brundibár en Terezín supuso una experiencia inolvidable para toda la vida».
En la nueva producción de Brundibár, Susana González humaniza los animales y acerca los niños a un mundo más próximo a su universo infantil y juvenil actual, en una propuesta escénica sencilla y tierna, llena de poesía. La ópera, de 45 minutos de duración y cantada en español, está íntegramente interpretada por niños y jóvenes, con excepción del papel titular, que encarna el barítono Jorge Marín Rodríguez.
- En la página web del Teatro Real se puede descargar una guía didáctica sobre la ópera [2], con información detallada sobre la obra, su génesis y contexto social, y sobre la nueva producción del Teatro Real.