Munari buscaba la esencia del arte y del diseño en el equilibrio entre el rigor y la levedad, sirviéndose siempre del juego, del humor y de la ironía. Esta especie de “muestra colectiva de Bruno Munari” (como él tituló una de sus exposiciones) incluye incluye pinturas, dibujos y esculturas, revistas, productos y piezas de diseño, películas experimentales, acciones y ensayos lumínicos, proyecciones y juegos de luz, objetos y elementos de diseño gráfico e industrial, diseños publicitarios y deditoriales, ediciones, ejercicios tipográficos, escritos teóricos, libros de artista, libros infantiles y propuestas pedagógicas, además de documentación sobre obras efímeras, textos y fotografías.
La selección abarca desde sus primeros trabajos vinculados al futurismo y al diseño gráfico hasta sus últimas experimentaciones de los años noventa. La muestra y la publicación que la acompaña están organizadas en ámbitos construidos en torno a sus conceptos metodológicos esenciales –el tiempo, el método, la levedad, la experimentación o la contemplación– en los que se presentan cerca de trescientas obras procedentes de colecciones particulares e instituciones públicas y privadas.
Además, el espacio de la muestra acoge un laboratorio didáctico, especialmente ideado para la ocasión, en el que niños, jóvenes y familias pueden experimentar con materiales siguiendo el célebre “método Munari”, pensado para aprender a través del juego y el trabajo.
La exposición se completa con un catálogo de más de trescientas páginas que incluye un ensayo firmado por su equipo curatorial, 10 ensayos de algunos de los principales especialistas en Munari y su obra, y un nutrido aparato crítico. Así como la muestra se cuenta entre las más completas dedicadas al artista fuera de Italia, esta es la primera publicación completa dedicada en español al tutto Munari.
“Leonardo de nuestro tiempo”
Así definió Picasso a Munari, uno de esos artistas que tanto han influido en el arte y la cultura del siglo XX, pero cuyo conocimiento (paradójicamente) es solo relativo. Munari se movió con libertad entre disciplinas y lenguajes distintos, los del arte, el juego, el diseño o la literatura, tratando de comprender su funcionamiento y su capacidad de comunicación. La amplitud de medios que empleó le llevaron a convertirse en un artista multifacético, con una actividad muy relevante no solo como artista sino como diseñador gráfico y editorial, además de pedagogo.
De un modo u otro, su obra puede entenderse “como un brillante y continuado ejercicio por que nos fijemos en todo aquello que está ante nuestros ojos y con frecuencia no vemos”, como explican Manuel Fontán del Junco, Marco Meneguzzo y Aida Capa en el capítulo introductorio del catálogo de la muestra. Con la paradoja de que este artista, que afirmó haber “tratado de comunicar lo que los demás no ven: un arco iris de perfil, por ejemplo”, que hizo visible el aire organizando una lluvia de papel sobre la plaza de una pequeña ciudad italiana en 1969, o que definió el árbol como “la lentísima explosión de una semilla”, no es todo lo conocido y visible que le correspondería.
Después de sus experiencias gráficas futuristas en la década anterior a la Segunda Guerra Mundial, en la década de 1950 Bruno Munari se confirmó como una especie de “inventor” de formas y como el inventor de una idea general de “proyecto” que aunaba arte y diseño, gráfica y práctica cromática y, a partir de la década de 1970, enseñanza creativa y pedagogía. Una capacidad para jugar en diferentes “terrenos de juego” que hace que su figura siga siendo muy actual.