Desde la actitud antisentimental sobre el arte que Malévich exhibía en su “cuadrado negro”, que supuso el gesto más radical contra todo tipo de comprensión, de nostalgia y de apego sentimental a la cultura del pasado, el arte moderno ha buscado constantemente su lugar en el mundo planteándose ante todo cómo continuar la creación en un tiempo que nace del deseo de destrucción total de los valores del arte tradicional; de su negación.
Esto ha conducido a una situación sumamente paradójica, porque cualquier intento de continuar el impulso de la estética de vanguardia conduce necesariamente al peligro de traicionar sus logros, y la asimilación de propuestas de la tradición y su puesta al día, como una claudicación.
La continuación de los principios de la vanguardia hoy se entiende como radicalización permanente; como su repetición. Pero la repetición de un hecho revolucionario en el contexto de un mundo que ya no lo rechaza puede entenderse fácilmente como contra-revolución, como acto de debilitamiento y desestabilización y una vuelta a la tradición, a las normas previas de estabilidad y orden. La respuesta que se dio a esta cuestión es bien conocida y convincente: la imagen que sobrevive a la acción de la destrucción es la imagen de la destrucción.
La obra de Cano parte sin saberlo de este supuesto, su trabajo es siempre una búsqueda de aquello que trasciende lo temporal, lo que siempre es igual a sí mismo. Su trabajo es actual en el uso de los apoyos técnicos de la vanguardia y su personal manifiesto continúa en la senda de no crear el arte del futuro sino crear un arte sin tiempo en un diálogo catártico que los artistas llevan realizando desde siempre y en este sentido es una obra posmoderna.
It’s a still life edita este diálogo confrontando la destrucción más radical de la imagen tradicional con el único leit motiv posible: la destrucción, que no es destruida por su propia imagen.
¡Vamos a ver! (la visión de Cano Erhardt)
Confieso que, al realizar estas capturas, mi visión era diferente a la que finalmente he adoptado. La presencia humana era mucho más relevante y la abstracción estaba ausente. Posteriormente ví en ellas otro carácter que me hizo cambiar el enfoque. Una vez más mi fotografía ha estado condicionada por factores aleatorios y como tales, imprevistos. ¡Me gusta cuando ocurre eso! Este trabajo tiene un tinte paradójico y de alto contenido metafórico. Además, me valgo de él para hablar del lenguaje fotográfico y de algunas similitudes que éste tiene con el de la pintura. Mi obra es visual y la realizo para que hable por si misma. Más explicaciones verbales no harían sino enturbiarla.