Este trabajo, el más reciente de la artista, sigue la técnica de manipulación de diferentes materiales. La fotografía y la imagen constituyen su principal eje conductor.
El retrato es un formato del que Calvo es una amplia conocedora. De hecho, desde 1998 no ha dejado de trabajar con él. Fotografías de 1940 a 1960 que le permiten crear una nueva realidad a partir de una preexistente. Son imágenes anónimas sacadas del pasado y convertidas en temas y preocupaciones actuales. No es un tributo a la memoria, sino un ejercicio de presente y de futuro.
Continuas referencias
Unos trabajos llenos de referencias al cine, la literatura o la escultura. Su infancia, su formación, sus anhelos, deseos, experiencias, fantasías, su intimidad… Todo ello convive en unas obras que proyectan luces y sombras, relieves y volúmenes. Carmen Calvo concibe su pintura como una experiencia catártica en la que se vuelca por completo.
La observación de un momento, la mirada de un tiempo, la inquietud por lo que acontece marcan parte del camino de la artista valenciana. Y por encima de todo: las personas, el ser humano.
Una mirada crítica y profunda construida a través de formas y objetos simples que cobran una nueva vida hasta convertirse en elementos artísticos, dignificados por obra y gracia de Calvo.