Desde el inicio de su carrera, Carole Alfarah [1] (Damasco, 1981) ha puesto su cámara al servicio de personas y colectivos silenciados, ofreciéndoles voz y reconocimiento a través de la imagen. Cuando estalló el conflicto sirio, mantuvo su foco de interés en la sociedad civil, huyendo conscientemente de la iconografía, los arquetipos y la objetividad canónica del reportaje de guerra.
Como explica la comisaria de la muestra, María Santoyo, «no estamos ante los arquetipos habituales del reportaje de guerra. El enfrentamiento, las causas, los bandos, las armas, la violencia o el exilio han sido conscientemente obviados. Estas imágenes emergen de la confusión, del zumbido en los oídos, escarban entre los escombros y se elevan en busca de la mirada del otro; el otro como único asidero; el vínculo como única opción de supervivencia».
En la muestra Wa Habibi [Oh, mi amor], Alfarah aparta su mirada de la guerra y la dirige exclusivamente a una condición humana alterada en tiempos de conflicto, silenciosa y tenaz. Sus fotografías hablan de la subsistencia cotidiana en un paisaje urbano atrofiado, de la preservación de la intimidad y dignidad en hogares que han perdido sus muros. También contienen esperanza y posibilidad de belleza, como cuando la naturaleza se abre camino en parajes aparentemente arrasados.
«Esta exposición invita al público a identificarse con las experiencias de hombres y mujeres que fueron obligados a sobrevivir y perder una guerra que no eligieron», afirma Alfarah.