Carrasco es de esos artistas que colecciona lugares que nunca se miran porque están ocultos o porque su presencia resulta insignificante para los que pasan diariamente a su lado. Ahora recoge estos rincones en una muestra comisariada por Begoña Torres y Antonio J. Sánchez Luengo y que organiza la Subdirección General de Promoción de Bellas Artes del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Un Madrid oculto
Se trata de descubrir en la sala La Fragua de Tabacalera un fragmento de la ciudad desconocido que permite deducir vivencias y pequeñas historias, ¿quién y cuándo las construyó? ¿para qué servían? ¿por qué se han abandonado?
Se muestra un Madrid oculto, un territorio paralelo, una topografía compuesta por diferentes tipologías arquitectónicas, tanto civiles como religiosas, cultas o populares, históricas y contemporáneas, que conforman una especie de catálogo que puede leerse como una única ruina contemporánea, un espejismo temporal de ese otro Madrid, a orillas de la prosperidad, desprovisto de tránsito y espectadores, donde el tiempo persevera y el paisaje emerge.
Viaje detallado
En las fotografías del artista hay especial cuidado por la luz y la atmósfera, que remarcan cada detalle: la superficie de cada partícula, de cada desconchón, el polvo que flota en el aire, el rayo de sol que nace y muere cada día, disuelto en el ambiente de esos contenedores de la inmensidad vacía.
En este viaje, el espectador recupera fragmentos de la memoria colectiva, descubre la belleza de la ruina, la nostalgia y el paso del tiempo. Desde pueblos abandonados, como Aldehuela y Polvoranca, pasando por los asépticos espacios de la fabrica Gal y el Instituto de Medicina Molecular, hasta el monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias o el búnker del capricho, entre otros.