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Castellón y el horror de la guerra

Picasso aceptó pintar un cuadro para el Pabellón de España en la Exposición Internacional de París de 1937. La obra fue su respuesta al encargo del Gobierno de la República, en plena Guerra Civil. Icónico por su historia y por los valores simbólicos que representa –tanto artísticos como políticos–, que sintetizan los debates de su tiempo, a su carácter referencial para el arte moderno se añade el hecho de que, ya en el momento de su creación, se reconoció como símbolo antibelicista y de lucha por la libertad, valores que encarna aún en nuestros días.

La muestra propone un recorrido por la historia de la obra desde su creación en París hasta su emplazamiento en el Museo Reina Sofía en 1992. Los visitantes pueden descubrir su proceso creativo, así como su significado de denuncia antibélica y los motivos por los que la obra viajó por todo el mundo durante más de cuarenta años. Los distintos espacios y recursos de la muestra descubren el contexto histórico de la época, así como las claves para entender su importancia y significado.

El viaje del Guernica –comisariada por Rosario Peiró, directora del Área de Colecciones del Museo Reina Sofía, y Rocío Robles, investigadora especialista en Pablo Picasso– incluye audiovisuales, reproducciones fotográficas y de carteles, y facsímiles de documentos y dibujos que pretenden explicar la historia de la creación y los viajes de una de las obras más representativas del artista más importante del siglo XX.

Castellón y el horror

En plena Guerra Civil los habitantes de cuatro diminutos pueblos de Castellón ven aparecer tres aviones en el horizonte. Algunos niños salen a saludar, los adultos los miran con curiosidad. Pero los aviones maniobran, caen en picado y bombardean casas e iglesias. Matan a 38 vecinos. Nunca entendieron quién fue el responsable. Hasta ahora.

Casi 80 años después, un vecino decide juntar todas las piezas. La principal, una carpeta del archivo militar de Friburgo, Alemania, con 66 fotografías aéreas. Los alemanes se tomaron muchas molestias en documentar aquel bombardeo. Los habitantes de Benassal, Ares, Albocàsser y Vilar de Canes sabrán por fin que fueron víctimas de un experimento nazi.

Los pilotos pertenecían a la Legión Cóndor, enviada por Hitler para ayudar a Franco. Bombardeaban por la mañana y pasaban la tarde bebiendo cerveza en la playa. Era mayo del 38. En sus manos, los tres primeros modelos del Junkers 87A, conocidos como ‘Stuka’.

Los prototipos entraron en España en secreto y debían calibrar si aguantarían una nueva bomba de 500 kilos, el doble de las lanzadas hasta entonces. El mortífero éxito del experimento fue determinante en la decisión alemana de construir en masa el Stuka para arrasar con él Europa en la todavía insospechada Segunda Guerra Mundial.