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‘Celestina’ según José Luis Gómez

Celestina. Foto: Sergio Parra. [1]

Celestina. Foto: Sergio Parra.

Acompañado de los actores Chete Lera, Palmira Ferrer, Raúl Prieto, Marta Belmonte, José Luis Torrijo, José Luis Gómez, Inma Nieto, Miguel Cubero, Diana Bernedo y Nerea Moreno, el director presenta la historia de amor y muerte por antonomasia, de juventud y vejez, del roce entre la clase acomodada y el lumpen, en una sociedad viciada por la preocupación por la limpieza de sangre.

«Las únicas leyes que rigen el universo de ruido y de furia de este texto son las de la soberanía del goce sexual y el poder del dinero. Sujetos a los impulsos de un egoísmo sin trabas, en un mundo en donde los valores consagrados devienen en asuntos mercantiles, los personajes de La Celestina no conocen otra ley que la inmediatez del provecho», explica Gómez.

La obra, «crucial en el desenvolvimiento y plenitud de nuestra literatura y de nuestra lengua”, en palabras de Juan Goytisolo, fue una comedia en su versión original aunque posteriormente fue ampliada y rebautizada “tragicomedia”, ya que presenta las vicisitudes de Calisto, de noble linaje, y Melibea, de alta y serenísima sangre, heredera única de Pleberio, junto a sus criados y la mala y astuta mujer Celestina.

Individualismo

Una de las peculiaridades de La Celestina, como señalaba Francisco Rico, es que su autor, el bachiller Fernando de Rojas, en vez de seguir la costumbre de limitarlos a un registro humorístico, concede a los personajes de baja condición social una atención insólita hasta tiempos mucho más tardíos en la historia de la literatura occidental. Otros atractivos de La Celestina residen en su curiosa naturaleza híbrida entre narrativa y teatro, el tesoro de refranes históricos que recoge y, cómo no, la belleza de su lenguaje.

«El sentido trágico que esta obra ha proyectado hasta nuestros días no se inscribe tanto en la historia del amor desastrado entre dos jóvenes amantes, como sí en el hondo drama del hombre en lucha contra la enajenación desde el Renacimiento a nuestros días. El individualismo en la era moderna despierta en el hombre la voluntad de hacerse dueño de su propio destino, de asegurarse, como pretenden los personajes de Rojas, un área de autonomía en su vida personal», concluye el director.