Gracias a la colaboración entre la Obra Social ”la Caixa” y el Museo del Louvre, la exposición muestra una selección de obras del artista francés, conocido por ser el primer pintor de Luis XIV.
Entre ellas destacan 37 de los cartones que realizó como dibujos preparatorios (a escala 1:1) para la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles, su gran obra, y para la Escalera de los Embajadores, destruida en 1752. Este préstamo excepcional se complementa con bocetos y grabados.
Los bocetos y cartones fueron confiscados por Luis XIV a la muerte del artista, gracias a lo cual han llegado hasta nuestros días. La inmensa mayoría de esos cartones de grandes dimensiones (algunos alcanzan los 3 × 4 metros) se exponen al público por vez primera desde el siglo XVIII.
La muestra se ha concebido con un claro componente pedagógico —para dar a conocer las distintas técnicas empleadas para ‘trasladar’ los cartones al techo, así como el proceso de restauración llevado a cabo— y escenográfico, reproduciendo la Galería de los Espejos y la desaparecida Escalera de los Embajadores.
Escalera de los Embajadores
Los dibujos de Le Brun brindan la oportunidad de contemplar la decoración ya desaparecida de la mítica escalera, con figuras a escala natural y con la gravedad y el dramatismo del dibujo realizado a lápiz negro.
Era el primer espacio de representación del poder del rey en Versalles: la escalera que conducía a los Grandes Aposentos del rey. Fue concebida alrededor de 1671 y decorada entre 1674 y 1679, desapareciendo en 1752, bajo el reinado de Luis XV.
Le Brun sacó un partido extraordinario de un lugar estrecho que solo recibía luz cenital. Dilató el espacio recurriendo a la ilusión óptica, y mezcló ficción y realidad para crear un ambiente alegórico que representaba el regreso de Luis XV tras una de sus victorias militares. Alrededor del rey dispuso las naciones de los cuatro continentes, los dioses de la Antigüedad, victorias, amorcillos y artes: una representación monumental en honor y gloria del monarca absoluto.
Los cartones demuestran que Le Brun trabajó hasta el último momento en la Escalera de los Embajadores realizando retoques y mejorando los dibujos.
Galería de los Espejos
Gracias a los cartones se puede seguir el proceso de trabajo del artista paso a paso, desde los primeros apuntes, en formatos pequeños y con la fuerza del trazo en movimiento, hasta los dibujos finales, del mismo tamaño que las pinturas. También se puede contemplar las copias en grabado del conjunto de la obra, que se realizaron con la intención de darla a conocer más allá de las fronteras de Francia para contribuir a la fama del monarca.
En la pintura europea, la tradición dictaba que la figura del rey se viera encarnada en una figura mitológica: Apolo, Hércules. Sin embargo, Le Brun presenta al rey a la cabeza de sus tropas, con una coraza antigua y una peluca moderna, actuando con los dioses y las alegorías.
El techo de la galería narra la epopeya de Luis XIV desde la decisión del rey de gobernar por sí mismo hasta el final de la guerra de Holanda. Uno de los episodios más famosos de esta guerra, el Paso del Rin (1672), se muestra a través de los cartones tal y como se encontraron en el estudio de Le Brun.
Las obras han sido sometidas a una completa restauración, realizada específicamente para su exhibición en CaixaForum Barcelona y Madrid. En cada centro se presentarán diferentes obras dada su delicada conservación.
Pintor de Luis XIV durante dos décadas
Nacido en 1619 de padre escultor y modesto grabador de lápidas funerarias, y de madre de familia de calígrafos, Charles Le Brun (1619-1690) pronto fue descubierto por el canciller Séguier, quien le otorgó su protección y lo envió a Italia. A su regreso, Le Brun multiplicó los trabajos de decoración en París y en Vaux-le-Vicomte, antes de ponerse al servicio en exclusiva de Luis XIV. Gracias al apoyo incondicional de Jean-Baptiste Colbert, Charles Le Brun fue primer pintor del rey desde 1664 hasta 1683.
En 1682, Luis XIV trasladó a Versalles la corte de Francia. La ciudad se convirtió durante un siglo en el centro político y administrativo del reino. A lo largo de los veinte años anteriores, Versalles había vivido en una obra permanente que permitió remodelar el parque, multiplicar los edificios y adornar los aposentos con grandes ciclos decorativos dedicados a la gloria del monarca.
Le Brun fue el responsable de planificar esta obra, a la que confirió un tratamiento orquestal: participaron en ella cientos de artistas y artesanos, los mejores de cada disciplina.
Le Brun elaboró personalmente algunas piezas, entre las que destacan dos impresionantes composiciones: la Escalera de los Embajadores y la Galería de los Espejos, un conjunto de pinturas de su época madura que son de una belleza conmovedora.