La selección se centra en el trabajo de diversas generaciones de cineastas activos en Estados Unidos, donde la temprana recepción de la vanguardia y su transformación en un cine otro coincide con el desarrollo, en sentido opuesto, del cine clásico. La década de los años veinte marca el inicio del programa y los setenta su hito final, con la irrupción de las prácticas de vídeo y el consecuente replanteamiento de las funciones específicas del medio cinematográfico.
Los filmes de este ciclo expresan conceptos, sensaciones, estados de ánimo y elaboraciones del intelecto en términos visuales absolutos. Tienen en común diversos principios: la recurrencia a la poesía como modelo, el uso de herramientas plásticas, el rechazo a la trama narrativa, el desafío a la lógica temporal y, sobre todo, el modo de producción y distribución personal.
En el núcleo del cine experimental se detecta una búsqueda de respuestas a los estados de ansiedad del ojo, un deseo de trascender la realidad. A este ojo concebido como órgano de visión de un espectador hambriento e inconformista se dirigen las películas que componen este ciclo.
Ballet mecánico (1923-1924), de Fernand Léger y Dudley Murphy; Lot in Sodom (1930-1932), de J.S. Watson, Jr., Melville Webber, Alec Wilder, Remsen Wood y Bernard O’Brien; In the street (1945-1952), de Helen Levitt, Janice Loeb y James Agee; o Seasons… (2002), de Phil Solomon y Stan Brakhage, son algunos de los muchos títulos que conforman una programación que abarca seis décadas.