Organizada por la Fundación Catalunya-La Pedrera y comisariada por Laura Terré, Colita, ¡porque sí! abarca el trabajo de la artista desde los años 60 hasta la actualidad, ofreciendo una imagen completa de su obra. «Es una especie de fotobiografía en la que se muestran todos los palos que Colita ha tocado a lo largo de su carrera», asegura Terré. Estos van desde el mundo del flamenco a la fotografía de combate feminista, el cine, la Nova Cançó, la gauche divine, el teatro y el espectáculo, la tauromaquia, el paisaje urbano de Barcelona, etc.
Directa, sensible, sin prejuicios y crítica, su producción se define, más allá de la estética, por su sentido de la ética y del compromiso, tanto profesional como social, «desde un punto de vista muy cercano a las personas», explica la comisaria «No es fotoperiodismo al uso. En todas sus fotografías y en todos sus retratos hay un detalle de curiosidad e interés que se traslada al espectador».
Sentido del humor
Su obra no es simplemente un documento de la realidad, sino la proyección de sus experiencias y opiniones, y por eso evita el artificio y las pretensiones artísticas. «Soy una profesional que se ha ganado la vida con la fotografía. No soy una artista. Soy una fotógrafa de encargo. Lo que pasa es que los encargos se pueden hacer mejor o peor. En mi caso creo que me he divertido mucho con ellos y eso se nota», asegura Colita con desparpajo.
Singular y versátil, la fotógrafa no ha tolerado nunca manipulaciones en sus imágenes, que deben servirse transparentes y claras como la experiencia vivida. Su temperamento, criterio firme y claridad de ideas impregnan un trabajo que también está cargado de humor. «Me tomo la vida muy en serio pero intento llorar lo menos posible. Me divierto con lo que hago y se me nota. Pero diría que no sólo en mí es característico el sentido del humor, sino también de toda la generación de fotógrafos a la que pertenezco. Tiene sentido del humor Masats, Maspons, Miserachs, Català-Roca… Es un denominador común a nuestra época. Vivimos momentos muy difíciles, muy grises, muy jodidos y los combatimos con sentido del humor».
Maestra del retrato
La exposición se pasea por la obra de Colita, una fotógrafa sin manifiesto, libre de gurús, métodos y maestros, sin religión que se inició en la fotografía en los años 50. En 1963 realizó las fotografías para el casting de la película Los Tarantos. Durante el rodaje descubrió el flamenco y entabló amistad con la bailaora Carmen Amaya. Su afición por este arte la llevó hasta Madrid, donde realizó las imágenes de promoción de Antonio Gades y la Chunga. De este período es célebre su trabajo para el libro Luces y sombras del flamenco, de José María Caballero Bonald.
Integrada en el mundo intelectual, progresista y feminista barcelonés, hizo la crónica de la llamada Gauche Divine. Pero la fotógrafa ha destacado por el género del retrato, cuyos protagonistas han sido, entre otros, los hermanos Terenci y Ana María Moix, Orson Welles, Ana María Matute, Jorge Herralde, Juan Marsé o Jaime Gil de Biedma, los jóvenes cantautores de la Nova Cançó, artistas como Ocaña o Paulovsky, o escritores como Gabriel García Márquez, entre muchos otros.
La muestra del Conde Duque recoge también algunos de sus trabajos para prensa (Siglo XX, Destino, Triunfo, Fotogramas); sus fotografías para el cine en películas como El cadáver exquisito, Morbo o Los crueles; o sus colaboraciones con la discográfica Edigsa, con portadas de discos de Serrat, La Trinca, Guillermina Mota, Ovidi Montllor, Raimon o María del Mar Bonet. La cámara de Colita también se hizo eco de los cambios políticos del final del franquismo y de la transición, para finalmente interesarse por los paisajes urbanos de Barcelona y su área metropolitana.