El recorrido que en el aniversario de su muerte propone el Museo Naval de Madrid es un homenaje a Cervantes, soldado de mar, en el entorno idóneo para recordar esta faceta que dejó honda huella en la memoria del genial escritor.
Con el propósito de no desvincular ambas cuestiones, su creación literaria y su servicio en el ejército, las piezas que ilustran sus años de soldado de mar se exponen acompañadas de explicaciones breves que incluyen textos del literato.
El recorrido se ubica en la sala dedicada a la Casa de Austria: si su más brillante actuación como soldado tuvo lugar durante el reinado de Felipe II, su más admirada creación como escritor, el Quijote, se publicó en tiempos de Felipe III.
Felicísima jornada
Las obras seleccionadas para este recorrido se destacan por distintivos de color amarillo, el color que hace casi medio milenio portaron en la felicísima jornada de Lepanto las enseñas de las galeras integrantes del ala izquierda de la Santa Liga. De ellas formó parte la Marquesa, a bordo de la cual combatió el joven arcabucero Cervantes quien, mucho tiempo después, desde su madurez, aseveró en la obra cumbre de la literatura española: «quisiera antes haberme hallado en aquella facción prodigiosa que sano ahora de mis heridas sin haberme hallado en ella», al recordar sus años de juventud como soldado.
Cervantes fue soldado. Si bien se ha dudado de su participación en el socorro de Chipre de 1570 como soldado del Tercio de don Miguel de Moncada, es en cambio bien conocida su intervención al año siguiente, encuadrado en el Combate de Navarino el mismo Tercio, en la victoria de Lepanto del 7 de octubre de 1571, dirigida a frenar el avance otomano en el Mediterráneo.
Sus compañeros relataron después cómo en esa jornada, a pesar de estar enfermo, decidió combatir porque «más quería morir peleando por Dios y por su rey que no meterse so cubierta».
Con la Armada
En 1572, restablecido de las heridas producidas en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros, fue asignado a la compañía de Manuel Ponce de León, del Tercio de don Lope de Figueroa, el Tercio de la Armada, que absorbió al de Moncada. Con él actuó en la efímera reconquista de Túnez, que volvió a perderse unos meses después junto con la fortaleza de la Goleta.
En 1575, cuando regresaba a España para solicitar el mando de una compañía, fue apresado por corsarios argelinos que le mantuvieron cautivo durante cinco años. Tras cuatro intentos de fuga y cuando estaba a punto de ser trasladado a Estambul con dos cadenas y un grillo, fue liberado y pudo regresar a España.
Llevó entonces a cabo una comisión reservada en Mostagán y Orán, y al año siguiente participó en la campaña de Portugal, con ocasión de su incorporación a la Monarquía Hispánica.
Su intervención con el Tercio de don Lope de Figueroa en la victoria naval de la isla de San Miguel, en las Azores, es discutida y, de ser cierta, constituiría su última campaña. Aun así, desde 1584 hasta la década de 1590 siguió vinculado a la marina, esta vez como aprovisionador de la Armada del Mar Océano y de la Gran Armada.