Después de haber cerrado sus puertas la primera parte de la exposición, titulada Punto de encuentro, hasta el 5 de marzo le toca el turno a Cuestiones personales, que centra sus contenidos en la recuperación del lenguaje figurativo y las metamorfosis de la representación desde las últimas décadas del siglo XX, con una selección de 48 obras de de 23 artistas, entre los que están Luis Gordillo, Alfonso Fraile, Juan Ugalde, Jorge Galindo, Manuel Ocampo, David Salle, Tony Oursler, Eric Fischl, Itzíar Okariz, La Ribot, George Condo, Miquel Barceló, Victoria Civera o Julian Schnabel.
Territorios
Cuestiones como el sujeto escindido, las políticas del cuerpo y el concepto de identidad hacen su aparición en esta selección de obras. El discurso expositivo se expande así a través de diversos territorios, estableciendo conexiones entre creadores españoles e internacionales, reflejo de la ampliación de la mirada de la galería hacia otras latitudes, lo que coincidió con el momento de la internacionalización del arte español.
Los años ochenta y noventa estuvieron marcados por un entusiasmo que se traduce en una revitalización del mercado y por la fascinación que la producción artística española produce en distintos lugares del mundo. En este sentido, la Colección Soledad Lorenzo funciona como testimonio de un momento determinado en la historia de un país, de su percepción de sí mismo y de su promoción hacia el exterior. Las obras muestran de qué modo la Colección Soledad Lorenzo permite ser leída atendiendo tanto a aspectos generacionales y cronológicos, como a otros de carácter más discursivo.
El legado
El importante conjunto de obras que ha pasado a formar parte de los fondos del Museo está compuesto por 392 piezas de 89 artistas, la mayoría de ellos españoles –pero también del ámbito internacional, especialmente estadounidenses– y pertenecientes a diferentes generaciones, cuyas prácticas abarcan diversas disciplinas de la creación artística actual. Aunque predomina la pintura y el dibujo, hay también esculturas, fotografías, grabados, obras audiovisuales e instalaciones.
Si bien uno de los rasgos que han definido la actividad de Lorenzo como galerista es el del trato personal y la búsqueda del encuentro, entendiendo la galería como espacio de negociación, de diálogo, también el aspecto individual, psicológico o narrativo de determinados autores está presente en los fondos que ha conservado a lo largo de los años, testimonio de un interés por un ámbito distinto.