Toda la exposición gira en torno a esta obra, que se expone sola en una sala, emulando su ubicación original, y junto a una serie de piezas que ayudan a explicar la apasionante historia que se esconde tras ella.
La muestra incluye 39 piezas originales entre pinturas, dibujos preparatorios, fotografías y documentos, así como reproducciones (facsímiles y copias modernas), audiovisuales, elementos didácticos y actividades de mediación, e incluso un experimento.
En 1940, Salvador Dalí y Gala residen en los Estados Unidos, huyendo de la Segunda Guerra Mundial. Entre 1946 y 1947, el artista instala su taller cerca de la ciudad de Monterrey (California), un lugar ideal para trabajar que le recuerda al cabo de Creus y su añorado Cadaqués. Es allí donde pinta Leda atómica, una obra que marca un punto de inflexión en su trayectoria.
«La explosión atómica del 6 de agosto de 1945 me estremeció sísmicamente. Desde aquel momento el átomo fue mi tema preferido» (Salvador Dalí)
Paralelamente, las bombas de Hiroshima y Nagasaki conmocionan a Dalí e impactan en su obra de forma indeleble. En Leda atómica, el artista proyecta su preocupación por los acontecimientos de su época y, al mismo tiempo, condensa muchos de sus intereses particulares: la ciencia, el paisaje, la mitología y Gala, su compañera, inspiradora y musa.
En el conjunto de su trayectoria, esta pintura representa la transición entre las llamadas «época atómica» y «etapa mística nuclear», en que abandona el método paranoico-crítico de interpretación de la realidad y abraza la física atómica, mientras vuelve su mirada hacia el Renacimiento.
Este retorno al pasado se traduce, por una parte, en el tema elegido, el mito de Leda y el cisne; por otra parte, el uso de la perspectiva áurea se vuelve habitual en las pinturas de este período. Para aplicar las enseñanzas del tratado de Luca Pacioli La divina proporción, el pintor consulta al matemático Matila Ghyka, quien le ayuda a trasladar sus visiones al lienzo.
El estudio llevado a cabo para la exposición Dalí atómico revela cómo Dalí ha dejado atrás los experimentos juveniles y la militancia surrealista para construir una nueva concepción de su arte. Esta transformación tiene como base la física nuclear, y combina sus sentimientos religiosos con los avances relacionados con la fisión y la fusión nucleares.
Cuando presenta por primera vez Leda atómica en la Bignou Gallery de Nueva York, el 25 de noviembre de 1947, Dalí declara que dicha pintura va a ser su primera obra maestra. Además, como acto extraordinario, expone el cuadro inacabado, con el propósito de que el público interesado pueda estudiar su técnica de ejecución junto a su libro-manual para artistas, 50 secretos mágicos para pintar, a punto de ser publicado. Todo ello pone de manifiesto la voluntad de expresar su profundo interés por los procedimientos técnicos y pictóricos, al estilo de los grandes clásicos renacentistas.
Su estudio de Monterrey, como todos sus talleres, cuenta con una buena iluminación natural, un sillón cómodo y los utensilios necesarios para pintar. El pintor se rodea de objetos e imágenes que a menudo le sirven de modelo o inspiración, ya sea la reproducción de una pintura de Rafael en el mástil del caballete o el cisne disecado de Leda atómica.
Dalí realiza un concienzudo trabajo preparatorio consistente en croquis, esbozos, fotografías, calcos, estudios y dibujos previos. La idea que el pintor tiene en mente, Gala-Leda, se transforma en un apunte rápido y enérgico, o bien en dibujos preciosistas o estudios de alguna zona concreta que el artista desarrolla con detalle, como el pedestal o el rostro, que trata con gran riqueza de recursos técnicos. El pintor también utiliza la fotografía, ya sea en forma de recordatorio de la modelo —Gala posando para Leda—, o bien para registrar la evolución de los dibujos que constituirán la pintura final.
El estudio técnico revela que el artista aplica las capas pictóricas sobre el lienzo siguiendo sus propias indicaciones escritas en 50 secretos mágicos para pintar. Tras un minucioso proceso creativo y de trabajo al estilo tradicional, Dalí no escatima esfuerzos ni tiempo para hallar los materiales y las técnicas pictóricas más adecuados, que muestran su respeto por la técnica y el oficio, así como su preocupación por que sus obras perduren. ¿Acaso busca en su obra la inmortalidad?