La exposición está formada por 23 pinturas sobre lienzo y dos esculturas que recorren toda su trayectoria. Reúne algunos de los temas y de los personajes fabulosos surgidos de su fértil imaginación: solitarias mujeres desnudas en medio de utópicos jardines o aquellas que disfrutan en grupo de su propio paraíso terrenal; los retratos de familia junto a animales salvajes domesticados; imágenes de novios y recién casados; niñas mariposa volando y multiplicándose, conciertos para rebaños o ángeles feminizados representando escenas cotidianas.
El mundo interior de Villar ha configurado un lenguaje pictórico plenamente reconocible, inimitable y de difícil clasificación. Neofigurativa, neosurrealista, microrrealista, neorromántica, primitivista, naif, erótica o feminista son algunos de los términos que se han utilizado a la hora de describir su trabajo, el cual, más allá de cierta simplicidad y aparente ingenuismo, y de trasladar al espectador a un escenario de bondad y armonía, nunca ha estado exento de ironía, de crítica velada y de lecturas ambiguas.
Como escribe Anaut: «Desde el primer momento, Isabel supo que quería pintar de otra manera. Pintar como mujer. Igual ésto, cuando han pasado sesenta años, suena extraño; pero en la España de los años 50, de los años 60, era toda una rebeldía». Esta idea se materializó en 2012, cuando se incluyó a Villar en Genealogías feministas en el arte español: 1960-2010 [1], la exposición del MUSAC comisariada por Juan Vicente Aliaga y Patricia Mayayo.
Al finalizar el texto del catálogo, Anaut recuerda que «esta exposición repasa la obra de Isabel Villar, vista desde el principio de 2018, y produce asombro. Como en un escenario gigante, a lo largo de este tiempo, la pintora ha ido creando, pieza a pieza, su mundo particular. Aquella exposición inaugurada en plenas navidades de 1970 trajo al mundo una nueva pintora, radicalmente diferente. La joven que había salido en 1958 con su diploma de la Real Academia de Bellas Artes bajo el brazo ha construido en cincuenta años el País de las Maravillas».