Comisariada por Núria F. Rius, la muestra presta atención a una selección de temas y motivos visuales que fueron recurrentes y comunes en aquel periodo y que permiten entender quiénes practicaron la fotografía como afición y cómo se constituyó el lenguaje de la fotografía amateur y popular a principios del siglo XX.
La fotografía realizada por aficionados es aquella que surge fuera de las lógicas productivas del mercado y abarca a una amplia variedad de usuarios, entre los que hay que diferenciar al «aficionado» común del «amateur», según la distinción terminológica de la época.
El aficionado suele utilizar la cámara de manera ocasional y, a menudo, estacional, por ejemplo, en vacaciones, mientras que el amateur, también denominado amateur serio, actúa, por así decir, como un profesional sin profesionalizar. Dedica tiempo y esfuerzo a la fotografía, proyecta en su afición un cierto anhelo de progreso y mejora y, de vez en cuando, participa en actividades que implican un cierto grado de reconocimiento, como concursos y exposiciones.
Esta fotografía amateur no solo refleja la realidad, sino que también participa de ella influyendo en los acontecimientos, sobre todo a la hora de retratar personas, pues los pone en relación con el espacio en el que se encuentran. Se trata pues de una fotografía activa, que puede modificar la actitud del retratado.
Lo cierto es que las fotografías personales, fruto de una afición ocasional o de una dedicación amateur, no son meras imágenes de un individuo y su entorno. Desde lo concreto y particular, en realidad se trata de imágenes colectivas que trascienden lo individual y nominal para convertirse en documentos que aportan valiosa información sobre la cultura visual y fotográfica de una sociedad concreta, y en relación con fenómenos colectivos de su época.
Con la expresión cámara doméstica esta exposición hace referencia al uso amateur de la cámara y a las imágenes obtenidas con ella, es decir, creadas fuera de las lógicas productivas sin que ello suponga que no se comerciara con ella en algún momento o que no participara ocasionalmente en otros mercados como el del arte.
Las cerca de trescientas piezas (fotografías, objetos y documentos de época) que componen esta muestra han podido reunirse gracias a la colaboración de 17 instituciones públicas, entre archivos, museos, bibliotecas y centros de investigación, y nueve colecciones privadas.
Acceso en masa
Desde finales del siglo XIX y hasta el estallido de la Guerra Civil nace y se desarrolla con fuerza en Cataluña una cultura fotográfica amateur y popular. Sucede al compás de lo que ocurre en otros países y supone la primera vez en la historia en que uno puede representarse a sí mismo sin depender de conocimientos artísticos ni técnicos.
Durante este período, las mejoras técnicas introducidas en los aparatos, así como la aparición de la nueva emulsión de plata en gelatina, más estable, rápida y económica, facilitaron el acceso a esta disciplina a un público muy amplio, al tiempo que se abandonó su uso meramente artesanal para entrar en la dinámica de la producción industrial y de consumo. La cámara, sin necesidad ya de trípode, se convirtió en un accesorio más de los tiempos modernos.
Comercios, prensa y entidades culturales, así como personas de diferentes clases, géneros y edades, se volcaron en su práctica, ya fuesen simples aficionados o amateurs. La cámara se introdujo en el espacio doméstico de miles de personas y, en adelante, contribuyó a moldear formas de aprehender la realidad y a expresar las aspiraciones sociales y culturales de su tiempo.
Las imágenes realizadas con la cámara doméstica, lejos de ser una forma cultural popular poco sofisticada y carente de interés, condensaron innumerables signos sociales, objetivos prácticos y referentes estéticos. De poner en valor este hecho va esta interesante muestra.