El lenguaje de Amadeo Gabino (Valencia, 1922 – Madrid, 2004) deja entrever un mundo interior que se intuye a través de las múltiples veladuras de sus grabados y de las hendiduras de sus esculturas. Las superficies, tanto en papel como en metal, adquieren grados de transparencia y mayor flexibilidad formal, dando lugar a una dialéctica sobre lo transparente y lo opaco, lo efímero y lo imperecedero, lo visible y lo oculto.
La capacidad creativa de Cristina Almodóvar (Madrid, 1970) se proyecta en el paisaje cambiante, en una naturaleza que prolifera transformándose, invitando a la reflexión acerca de la inconsistencia de la apariencia momentánea de las cosas. En las piezas que se pueden ver en la exposición los elementos cobran vida, pierden su rigidez inorgánica para mostrarse en pleno proceso de cambio. Así, el dibujo de una línea se va transformando hasta escapar del soporte, independizándose de él y tomando cuerpo, convirtiéndose en escultura. Mientras que el hierro, a través de la intervención plástica, se vuelve orgánico desde su apariencia industrial.
El paisaje que se desvela en la obra de Raquel Bartolomé (Segovia, 1984) pertenece al ámbito doméstico. Para la artista, este entorno constituye el escenario más determinante al que pertenecemos, ya que es nuestra propia representación y expresión, la forma que tenemos de estar en el mundo. Los temas sobre los que descansan las pinturas presentes en la muestra abarcan desde los paisajes y sus paisanos, los animales del campo hasta llegar a sus sillas “con alma”.
Colores, geometría y realidad
María Aranguren (Madrid, 1961) trabaja con materiales plásticos industriales, policarbonatos celulares y metacrilatos, planchas con canales aislados y con distintos grados de transparencia. A través de las piezas presentes en Paisajes velados se puede constatar la investigación que la artista lleva a cabo en el campo plástico de los colores, pigmentos, formas, transparencias, veladuras y brillos, ahondando en el propio hecho de pintar. El resultado son obras abstractas, contundentes y coloristas que invitan al espectador a reflexionar sobre el proceso creativo y la percepción.
El trabajo de Marie-Antoinette Courtens transmite un sentir hacia la abstracción a través de masas de colores y geometrías expresionistas. Mientras tanto, el formato de su obra, cambiante y fluctuante, intensifica las impresiones de su mensaje, condensando fuerza y energía en quien las mira. Es clara la pasión y efusión que Courtens lleva en su interior, exteriorizándolos hasta el límite de la luz, el color, y el tamaño; y quizás se deba al paisaje cotidiano en el que se envuelve (Ibiza y Holanda) lugares muy distintos pero auténticos, lo que la lleva a traer a la superficie lo más profundo de su concebir, pero permitiendo al mismo tiempo una interacción directa con su obra, la cual simplemente no se la puede dejar de mirar.
La exposición se completa con piezas de la producción más reciente de Joseba Sánchez Zabaleta (Cistierna, León, 1970). Pinturas realistas que reflejan el paisaje que le rodea. Zabaleta es un artista inusual, que se autodefine como pintor autodidacta, formado en ambientes naturales en los que ha transcurrido grandes periodos de su vida y que han educado su mirada y profundizado en su capacidad de observación de la naturaleza.