Las piezas que conforman la exposición son un ejemplo de cómo los patrones pueden crear un espacio imaginario e inconformista que atrae al espectador, introduciéndolo en un mundo sin fin y en constante transformación. Cada artista, inspirado en su propia experiencia, crea una imagen abstracta y única que transmite una sensación de familiaridad al tiempo que se aleja de lo excesivamente transitado.
Las pinturas digitales de Nonia de la Rosa [2] son exploraciones detalladas de un caos controlado. La claridad del ordenador se combina con los colores de flujo libre y las perspectivas deformadas de De la Rosa. Su gama de colores psicodélicos oscila entre remolinos de neón a retazos etéreos de azul y plata.
La artista leonesa no se centra solo en lo digital, sino que utiliza los softwares para examinar el espíritu humano. Sus pinturas, por tanto, hacen referencia a los sueños, a la ira, el amor y el alma. Sus trabajos establecen un diálogo entre unas emociones de carácter familiar y unas composiciones de luz casi alienígenas.
Por su parte, las pinturas de Virginia Saldaña [3] son estudios de contrastes que mezclan óleo y acrílico, figurativo y abstracto. A través de complejos tratamientos de luz y color crea en sus trabajos una atmósfera contemplativa, calma, inspiradora. La artista onubense describe sus pinturas como humanistas y muy centradas en la ejecución: «Mi pintura habla de la sencillez natural de los placeres sencillos», dice. «[Son] una invitación a redescubrir la belleza oculta bajo el ruido visual de nuestro mundo cotidiano».
Las españolas están acompañadas en Agora Gallery de 10 artistas de procedencia internacional: Osvaldo Bacman, M.L. Burdick, FARBENSTUECK, GEDDA, Karen Hochman Brown, Sissel Hovden, Zlata Hurtic, Liz Johnson, Martin Sitta y Veronika Wifvesson. A través de los mundos que proponen estos creadores se invita al espectador a contemplar los pensamientos y verdades de la mente creativa.