Dirigida por Juan José Afonso, la acción se desarrolla en un despacho que podría ser de cualquier partido político. En él, dos hombres, cerca de alcanzar el poder, tras años de dedicación a la política, ponen al descubierto sus deseos, ambiciones, ilusiones y miedos. Francisco, líder del partido, esperanza de cambio para la sociedad, invita a Alejandro, su mano derecha. Pero lo que en un primer momento es una distendida reunión improvisada acaba convirtiéndose en un tenso intercambio de reproches.
Ambos representan la esperanza, la ilusión, el cambio para una sociedad cada vez más desencantada con la política y todo lo que la envuelve. Sin embargo, una cosa es la realidad que el ciudadano ve en su casa, en la televisión, a través de los filtros a los que se somete la información y otra, bien distinta, es la realidad desconocida en la intimidad de un despacho.
Este escenario se transforma en una especie de ring, metáfora de la arena en la que miden sus fuerzas los luchadores, donde estos dos hombres, que han caminado juntos, unidos con el devenir de los años por una sólida amistad, están a punto de destapar que el poder, sólo por la presumible proximidad a la que se encuentran de él, les está transformando, alejándoles peligrosamente.
Ignasi Vidal ha apostado por dos protagonistas políticos, pero su intención no era construir una reflexión sólo sobre la política, sino un texto sobre la amistad, su evolución y sus consecuencias.