Disfarmer fue un excéntrico fotógrafo cuyos retratos de estudio de los habitantes de las zonas rurales de Arkansas trascendieron años después de su muerte al ámbito de la fotografía artística. Un artista al que le llega el éxito después de su muerte. La historia de un descubrimiento y, lo que es más importante, un conjunto fascinante de obras, con las que capturó de una manera intuitiva y personal, a través del retrato, momentos definitorios de la sociedad estadounidense, como la Gran Depresión o la Segunda Guerra Mundial.
Retrató a una sociedad profundamente afectada por la crisis, logrando de manera inconsciente lo que fotógrafos formados y conocidos como Dorothea Lang, Ben Shahn o Walker Evans realizaron de la mano de la oficina de la Farm Security Administration (FSA), adquiriendo un rango de veracidad que le sitúa dentro de la tradición fotográfica documental de primeros de siglo y como icono del retrato clásico americano.
Su legado artístico fue almacenado por un agente que había adquirido las placas dejadas por el fotógrafo en su estudio. Más tarde las vendería a Paul Miller, un periodista y fotógrafo de Nueva York que había creado una sección sobre fotografías antiguas en el Arkansas Sun. Miller reconoció al instante el potencial de las imágenes, que puso en conocimiento de Julia Scully, entonces editora de Modern Photography Magazine. Ambos estudiaron su inmenso legado y publicaron en 1976 un libro al que seguiría una exposición de copias póstumas en el ICP (International Center of Photography).
La fama y el mercado
El descubrimiento de su obra tuvo una gran influencia en numerosos fotógrafos a partir de los años 70, influencia reconocida por algunos como Richard Avedon, que le calificó como “indispensable” y cuyo eco puede verse en su serie de retratos sobre el oeste americano. Pero su historia también desvela los entresijos del mercado. En cuanto su obra se hizo pública, marchantes y coleccionistas viajaron en busca de impresiones de época, pero se encontraron con un pueblo desconfiado y las puertas cerradas.
Es en 2004 cuando una pareja proveniente de Cleburne County, sabedora de lo que guardaban sus álbumes familiares, contactó con el coleccionista Michael P. Mattis que emprendió, esta vez ayudado por gente local, una búsqueda por los álbumes de las familias de la zona, negociando y adquiriendo un gran número de impresiones de época que hoy en día pueden contemplarse en exposiciones y han adquirido un mayor precio en el mercado.
El conjunto de obras presentadas en Bernal Espacio Galería son un reflejo de la prolífica producción de Disfarmer, en la que la selección subjetiva crea el discurso. Un discurso que retrata a su complejo autor a través de los distintos perfiles que habitaban su comunidad y la ambivalencia afectiva que sentía hacia ella. Pese a no sentirse identificado fue el mejor cronista de su tiempo.
Su obra forma parte en la actualidad de las colecciones del Arkansas Art Center, The Museum of Modern Art, The Metropolitan Museum of Art y del International Center of Photography.