La obra de Huanca utiliza una cosmética que tiene mucho de pintura gestual y funciona como instrumento para la transformación. En sus performances, intérpretes pintados de la cabeza a los pies se desplazan inmersos en un estado de trance siguiendo una coreografía glacial. Recurre a formas estéticas como el camuflaje, la simulación y la fusión en una poética que vincula pintura, escultura y performance; una puesta en escena para representar un ensayo sobre la fragmentación de la identidad.
Sus esculturas totémicas combinan materiales que destacan por sus cualidades táctiles, tejidos de fibra natural y sintética, así como artefactos culturales que pierden su función original y son recolocados para crear una nueva composición descontextualizada. Partiendo del cuerpo y su armadura como materiales abstractos, Huanca revela la naturaleza atávica del traje en su relación con el cuerpo como forma inmanente de trasmisión cultural.
Inés López Quesada, directora de la galería junto con Silvia Ortíz, explica el proceso que sigue la artista para crear sus obras: «Lo que hace es pintar cuerpos de mujeres y hombres durante el desarrollo de una performance, después fotografía esos cuerpos, esa fotografía se imprime en un lienzo de gran formato y, por último, la interviene con pintura. El lienzo encierra así todo el proceso de pintura del cuerpo, performance, registro fotográfico y pintura».