A lo largo de su trayectoria, Chillida trabajó diferentes materiales, como la piedra, la tierra, el yeso o la madera, pero fue el hierro su preferido. Este ha estado constantemente presente en su producción y ocupa un lugar privilegiado en su trabajo. Chillida trabajaba el material al rojo vivo, lo doblaba, estiraba, aplanaba y le daba forma. Y éste le servía para interrogar al espacio.
Su experimentación con la materia y la preocupación por la escala le condujeron a elaborar obras cada vez mayores que conllevaban unas necesidades técnicas difíciles de cubrir en su taller. Desde que entrara en la gran forja industrial, el proceso de trabajo cambió: el artista dejó de combatir el material directamente con su fuerza física y se convirtió en “director de orquesta”.
En la gran forja
Estaba presente durante todo el proceso de elaboración de sus esculturas, observando y supervisando a los operarios y ateniendo a las sugerencias de los experimentados trabajadores, pero estando también a la escucha del propio material. Vivir el hierro aborda una parte importante de este proceso artístico en el que Chillida materializa sus sueños en la gran forja industrial. De ese modo se desvela la relación entre el arte y la industria, subrayando la importancia que el hierro ha tenido en su obra.
La exposición consta de dos espacios. El primero de ellos posee un carácter divulgativo y está dedicado a la parte industrial, concretamente a la realización en la fábrica de las esculturas monumentales de gran formato. El segundo espacio recoge una cuidada selección de grabados de distintas épocas y tres esculturas de acero, ejemplos de la capacidad del artista de hacer vivir el hierro.