Las obras de este vasco universal reflejan su particular visión sobre la ‘luz de Grecia’ (la luz blanca del Mediterráneo) y la ‘luz negra’, la del País Vasco, a través de obras de alabastro y hierro, pero también gravitaciones y esculturas de tierra chamota.
Cerca de 40 obras correspondientes a sus últimos 30 años de trabajo reflejan la energía creadora de Chillida. Además de esculturas, la muestra incluye dibujos, collages, grabados y gravitaciones que tienen como protagonista la luminosidad que hace particular cada una de sus obras.
Buscando la luz, comisariada por Ignacio Chillida Belzunce, muestra los contrastes entre la luminosidad atlántica y la mediterránea. Tres esculturas de alabastro se exhiben para plasmar la diferencia entre dos culturas, una más introvertida, oscura y hermética, y otra marcada por una luminosidad clara y palpable, característica de la antigua Grecia, la luz de la razón y de la crítica.
Propiedades lumínicas
Este recorrido por las propiedades lumínicas de las obras de Chillida está íntimamente ligado a cada una de las materias que trabajó. El estado de indagación continua conduce al escultor a aventurarse con diferentes materiales y en cada uno de ellos la luz adquiere innumerables matices.
El título de la exposición alude a la energía creadora que acompaña al artista a través de toda su trayectoria artística. Sus obras simbolizan el deseo más profundo del ser humano, la férrea voluntad de comprender y de conocer.
Chillida pasó a la historia por su trabajo en la escultura y su dominio de los materiales y el espacio. Su obra está presente en los grandes museos y colecciones de todo el mundo, y sus esculturas se encuentran frente al mar, como en su San Sebastián natal, y en ciudades como Washington, París, Lund, Munster, Madrid, Helsinki, Basilea, Palma de Mallorca, Guernica o Berlín. Sobre su obra han escrito arquitectos, matemáticos y filósofos como Martín Heidegger y Emile Cioran, además de poetas como Octavio Paz.