Lamazares juega con las grafías latina y griega para “conquistar un espacio poético de misterio y belleza” y “ensanchar el mensaje estético y pictórico”; para, en definitiva, crear un alfabeto que responda a sus propios intereses.
Pintor y escultor de formación autodidacta, Lamazares trabaja habitualmente sobre materiales humildes como el cartón y la madera. En sus comienzos practica un dibujo automático, de línea expresionista y con una poderosa originalidad. Posteriormente evoluciona hacia piezas de gran formato con vocación minimalista, una constante que pervive en su obra actual.
Alfabeto Delfín es una serie compuesta por 33 piezas brillantes de cartón, de una intensidad casi monocromática, que son testimonio del gusto del artista por encarnar un trato directo con los materiales, con su manipulación artesanal.