“Tuve una visión espantosa mirándome al espejo. De repente sentí que todo era mentira y aún hoy es algo que sigo pensando. De alguna manera todo lo que nos rodea es un timo y vivimos rodeados de mentira. Me gustó la imagen de Pinocho y la nariz que crece. Poco a poco fue evolucionando hacia la nariz salchicha y transformando a los personajes en una especie de payasos. Me parece que son sumamente provocativos”, confiesa el autor chileno.
“Estos rostros son horrendos, pero a la vez muy divertidos. Un día encontré una frase suelta de Nietzsche que me encantó. Hacía referencia a que las máscaras horribles eran buenas para no olvidar las cosas importantes. Algo así son las caras de mis personajes”, puntualiza. Los ojos huecos que utiliza hablan de un vacío, de una inconsecuencia, de una falta de consciencia. “Representan un vacío horrible porque es como si viviéramos ignorantes o ciegos y con una felicidad preocupante».
Cómics y clásicos
Víctor Castillo comenzó a dibujar con solo cinco años, inspirado por las animaciones que veía en la televisión, las películas de ciencia ficción y las carátulas de los discos que había por su casa. Después de una experiencia no demasiado buena en la escuela de arte, participó en un colectivo experimental independiente de la capital chilena. Más tarde, en 2004, se trasladó a Barcelona, donde estableció su estilo de pintura con referencias a los cómics y a la que poco a poco fue introduciendo elementos clásicos.
Castillo no se siente muy identificado con el surrealismo pop a pesar de está muy etiquetado dentro del LowBrow [1]-el movimiento underground de arte visual que surgió en Los Ángeles a finales de la década de 1970- “porque no es crítico, no es político y es muy de ensueño” y su trabajo, aunque con humor, contiene una fuerte crítica. “Tengo una visión bastante tragicómica del mundo contemporáneo”, afirma. Por ello, considera que si alguien lo califica como infantil es porque no se ha parado a hacer otras lecturas. “El escenario es muy irónico y decir que es infantil es quedarse en la superficie”.
La cara B de Walt Disney
Castillo nació en Chile justo el año del Golpe de Estado de Pinochet auspiciado por Estado Unidos. Con el tiempo se fue dando cuenta de que todos esos dibujos animados con los que había crecido venían del mismo lugar que había influido tanto en su vida “de una manera no muy agradable”. “Vivir en dictadura es una cosa absolutamente gris: sin cultura, con miedo, con censura… Lo único que teníamos era la televisión y ésta nos mostraba Estados Unidos como la panacea, como lo máximo”.
Para él, aquello fue una forma de adoctrinamiento y ahora todos sus personajes, que de alguna manera pervierten a los de Walt Disney, son una especie de venganza. “Es casi como una forma de revertir ese adoctrinamiento al que fui sometido. Tienen mucho de Walt Disney, incluso sus colores. Es una especie de amor-odio porque, por otro lado, las películas clásicas de Disney son alucinantes”.
Entre sus referencias cita a Goya y al artista estadounidense Henry Darger [2]. «Vivía solo, limpiaba en un colegio, no tenía amigos y cuando murió encontraron en su habitación mil dibujos que contaban una historia que estaba escribiendo con seis mil páginas. Era una trama alucinante sobre un mundo de niños que luchan contra los adultos. Hoy Darger es un artista de culto y está en los mejores museos de Estados Unidos. Su historia es curiosa porque nunca tuvo pretensiones de nada».
Strange Fiction
Castillo vive ahora en Los Ángeles. Quizás, ya saben, por aquello de si no puedes con el enemigo mejor únete a él. “Nunca pensé que podría vivir allí. Estando dentro veo cosas que no veía antes, cosas que me parecen bien y cosas que me parecen espantosas. Creo que continúa la misma lógica del gigante aplastando a los pequeños y que enlaza directamente con Gulliver”, relata.
Strange Fiction es la exposición que trae a Madrid. Formada por dos cuadros de gran formato y una serie de 20 pequeñas pinturas, está inspirada precisamente en Los viajes de Gulliver, un libro con el que Castillo se siente muy identificado. “Mientras más lo leo más me agrada. Las dimensiones, lo grande y lo pequeño, siempre han estado presentes en mi trabajo. También la ironía de las situaciones que se presentan en el texto, ya que el autor hace mucha crítica social mezclada con humor. Me pareció muy buen tema para esta exposición y a partir de él desarrollé esta serie de historias”. Todas, envueltas con sus particulares narices salchicha y sus tenebrosos ojos huecos.
Edición limitada
Blokker Gallery, junto con Contemporánea, ha realizado una edición exclusiva de tan sólo 20 impresiones de la obra Strange Fiction de Víctor Castillo. Los ejemplares pueden adquirirse en Blokker. Con un cuidado packaging, vienen acompañados de una reflexión de Andreu Buenafuente, declarado seguidor de la obra del pintor y su forma de saltarse las normas.