La muestra quiere acercar a todos los públicos estos reclamos publicitarios, muy populares en su momento, concebidos como un producto efímero y que hoy han logrado consideración de patrimonio cultural por su dimensión comunicadora, artística y social. Un patrimonio que evoca un pasado lejano a los mayores y que quiere despertar el interés de los más jóvenes al descubrir la fuerza de unos iconos que han perdurado durante casi un siglo.
Más allá de los populares carteles de papel, como la muestra pone de relieve, la publicidad adoptó otros soportes, como la hojalata, el cartón y el azulejo cerámico. Esto contribuyó a una mayor difusión de los productos anunciados, principalmente en los establecimientos.
Carteles bidimensionales de holata y cartón, piezas tridimensionales de gran formato que funcionaban como potente reclamo a la entrada de los comercios, figuras recortadas de medida real, llamadas showcards o displays, que fueron iconos populares de su tiempo. Un ámbito se dedica también a los letreros y carteles cerámicos.
En la muestra brillan imágenes icónicas que constituyen parte de nuestra memoria histórica colectiva: el mayordomo de Netol, el dickensiano personaje de Cerebrino Mandri, la cándida niña de Tintas Iberia, los solícitos botones de Frotin, Nugget o Garvey, el gentleman de Varon Dandy, el enigmático jinete de Nitrato de Chile, el cubista fumador de Jean, el exótico camarero de chocolate Amatller, o la niña que promete de Maggi, entre otros muchos.
Estos reclamos fueron obra tanto de artistas, dibujantes comerciales y cartelistas, algunos de renombre y otros anónimos o aún desconocidos. Destacan nombres como Gaspar Camps, Pere Casas Abarca –uno de los más prolíficos–, Rafael de Penagos o el dibujante Géza Géza Zsolt, entre otros.
La exposición incluye más de 250 piezas en soportes como la hojalata, el cartón y el azulejo cerámico que provienen en su gran mayoría de la Colección Mateu Llinàs i Audet de Barcelona –holata y cartón– y del Museo de Manises de Valencia –cerámica.