Poco después de su muerte en la villa natal de ‘s-Hertogenbosch, el Bosco adquiere una dimensión artística universal. Su técnica innovadora, a base de capas muy finas de color que dejan ver el dibujo subyacente, y la manera tan original de interpretar los temas iconográficos, por influencia de la “devotio moderna” surgida en aquellos años, bien diferente a la tradición pictórica de los Países Bajos, le llevaron a alcanzar un éxito enorme que se extendió a lo largo de todo el siglo XVI.
Felipe II fue uno de sus coleccionistas más entusiastas, y el contenido religioso y satírico de su pintura fue determinante para que una gran mayoría acabara destinándose durante su reinado al Monasterio de El Escorial.
En 1574 llegaron algunas de sus obras más importantes, como la versión escurialense del Carro de Heno, la Mesa de los Pecados Capitales, la Adoración de los Magos, Cristo con la cruz a cuestas y varias Tentaciones de San Antonio, mientras que en 1593 llegaron otros cuadros procedentes de la almoneda de Fernando de Toledo, hijo natural del gran duque de Alba y Gran Prior de la Orden de San Juan (+1591), como el Jardín de las Delicias o la Coronación de espinas.
Aunque Ambrosio de Morales o Felipe de Guevara revelaron aspectos interesantes para la interpretación moralizadora de estas pinturas del Bosco, será el jerónimo Fray José de Sigüenza el que mejor y más extensamente exprese en su Fundación del Monasterio de El Escorial (1602) que su obra no era herética, sino una “sátira pintada de los pecados y desvaríos de los hombres”, poniendo de manifiesto la crítica a los vicios y costumbres de la sociedad del momento, tan acorde al sentir de Felipe II.
Además del bellísimo original del Cristo con la cruz a cuestas [1] y de la versión del taller de la Coronación de espinas, se exhibe por primera vez el ejemplar escurialense del Tríptico del Carro de heno, tras su reciente restauración, cuyos resultados han permitido reubicar la obra dentro del género de composiciones alegóricas y satíricas que el artista realizó en estrecha colaboración con su taller familiar.
Junto a las tablas se muestra la extraordinaria tapicería de Jerónimo Bosco, también conocida como Disparates del Bosco o Caprichos de Bruegel, una de las colgaduras más célebres de la colección de Patrimonio Nacional. Se trata de una serie única en su concepción, tanto por haberse inspirado en la obra de Hieronymus Bosch (c. 1450-1516), según cartones atribuidos a Pieter Brueghel el Viejo (1525-1569), como por tratarse de la única tapicería conservada en la actualidad, tras la destrucción durante la Revolución francesa de la serie princeps o primera edición tejida para Francisco I de Francia (1494-1547).
Los cuatro tapices titulados El jardín de las delicias, El carro del heno, Las tentaciones de san Antonio ySan Martín y los mendigos fueron tejidos en Bruselas entre 1550 y 1570, con hilos de oro, plata y seda. La llegada de la serie a la corte madrileña sigue siendo un enigma, pero ha queda confirmada su procedencia de la colección del cardenal Antoine Perrenot Granvelle (1517-1586) y refrendado el relevante papel que desempeñó en el ceremonial cortesano durante el reinado de Felipe IV.