El Columpio Asesino se ha construido una identidad impermeable que ha crecido ajena a tendencias y modas. Diamantes (2011) los encumbró al trono del indie tanto en España como en Latinoamérica, y su canción Toro [1] permanecerá como clásico de una época. Aunque los pamploneses han gozado de una relativa popularidad, siempre han sido un grupo con un poso macarra y oscuro y han gozado del respeto y admiración de gran número de músicos.
La inspiración para Ballenas muertas en San Sebastián, su quinto disco, viene de la decadencia de la época actual, de los valores y hasta de la misma casa en donde se grabó el disco. El sonido, del underground neoyorquino de finales de los 70 (Suicide, ESG), de grupos kraut (Beak), industriales ( Einstürzende Neubaten) y pop (Soft Cell).
«El 8 de julio de 2013 nos retiramos a un pequeño pueblo de la montaña prepirenaica Navarra: Bigüézal. Alquilamos una pequeña casa, sin cobertura ni internet, donde convivimos durante tres meses. En uno de sus pequeños salones montamos un estudio improvisado. Y en medio de aquel entorno tan bello y ermitaño dimos forma a nuestro disco más radical». Así narraba el propio grupo la creación de su último álbum.
Los madrileños Mirémonos comparten cartel con los pamploneses, presentando los temas de su primer LP, Triángulo de las Bermudas, lanzado en junio del pasado año, un trabajo que mezcla rock alternativo con elementos tropicales y electrónicos.