Para Sarmento, «esta exposición de objetos no es sino un cuerpo gigantesco, hecho real por la suma de las partes que lo componen. Es también un cuerpo que se desea y cuya urgencia es inevitable. Y es, a la postre, un cuerpo que por definición se presenta y adivina como el tiempo de un suspiro o el peso de un gesto».
Siguiendo la experiencia previa con artistas españoles como Juan Uslé, Soledad Sevilla y Luis Gordillo, la Obra Social ”la Caixa” invitó a Julião Sarmento [1] (Lisboa, 1948) a realizar una exposición para proyectar su peculiar mirada sobre los fondos de estas tres grandes colecciones. Sarmento aceptó el reto, convirtiéndolo en la posibilidad de crear una obra que, como una más de las suyas, combinara imágenes e ideas para componer una ficción a partir de ecos, sugerencias e impresiones. Del mismo modo que en su obra no hay nada definitivo —pues deja las conclusiones en manos de los espectadores—, en la muestra se recrea en el enigma para estimular la imaginación y provocar interpretaciones.
La selección no sigue otro dictado que su sensibilidad. Existe un juego de asociaciones y contrastes que no se detiene nunca: cuerpos, formas, texturas, palabras. La construcción, el equilibrio, el paso del tiempo, la paradoja visual y, por encima de todo, un deseo de simplicidad y de pureza. Colgadas o instaladas en la sala, las obras forman sutiles transiciones que llevan de un concepto a otro, de una idea a otra. Es un recorrido conceptual, formal y, a la vez, sensitivo. Sarmento no establece ningún itinerario concreto, por lo que el recorrido, para el visitante, es completamente libre. La obra de arte, cercana o enigmática, se aborda desde todos los aspectos, como un todo que se dirige al hombre de nuestro tiempo.
Distintos lenguajes
A lo largo de su carrera, que se inició en los años setenta, Sarmento ha utilizado distintos lenguajes: del arte conceptual a la abstracción, del cine en formato super-8 a la pintura. La libertad con la que desarrolla su trabajo se proyecta en su forma de entender la creación, que se fija más en el gesto artístico que en materiales, soportes o lenguajes. De ahí el título de la exposición, que subraya la importancia del gesto del artista: un gesto que pesa.
Sarmento rehúye la cronología, las escuelas, los estilos y las asociaciones temáticas y estilísticas, y abre nuevas perspectivas desde la sensibilidad y la creatividad. El artista ha desempeñado un papel decisivo en el montaje de la muestra, que invita al espectador a detenerse ante las piezas, a contradecir las ideas recibidas y a seguir su propio camino.
La exposición reúne 67 piezas, desde dibujos y pinturas hasta fotografías, vídeos o instalaciones. Están representados en ella los artistas portugueses más importantes. Algunos, como João Onofre o Rui Chafes, con una larga trayectoria internacional y conocidos desde hace tiempo en nuestro país. Otros forman parte de los fondos de la colección Gulbenkian y representan una novedad para el público no especializado: Fernando Calhau, Alexandre Estrela, Gabriel Abrantes, Eduardo Batarda, Ângelo de Sousa, Augusto Alves da Silva o Luísa Cunha.
Clásicos de la modernidad
Junto a ellos, cuatro clásicos de la modernidad en Portugal: Henrique Pousão, que representa el realismo del siglo XIX en contacto con las vanguardias de la época, y Jorge Barradas, José de Almada Negreiros y Joaquim Rodrigo, vinculados respectivamente a los nuevos realismos de los años treinta, a la abstracción geométrica y al arte pop.
Uno de los atractivos de la exposición es ver las obras de estos artistas junto a los trabajos de Juan Muñoz, Alejandro Cesarco, Sigmar Polke, Miroslaw Balka, Bridget Riley, Rodney Graham, Gerhard Richter, Robert Rauschenberg, Rita McBride, Robert Morris, Donald Judd, Robert Ryman, Rachel Whiteread, Giuseppe Penone, Richard Serra, Robert Gober, Carl Andre, Marcel Broodthaers, Ignasi Aballí, Francis Alÿs, Philip Guston o Christopher Williams.
Una de las piezas más sorprendentes es el Retrato de Henri Michel-Lévy de Edgar Degas, procedente de la colección de la Fundação Calouste Gulbenkian. Es un óleo de 1878 donde se ve al artista con sus modelos y con los materiales que usa para trabajar. Sarmento ha elegido esta pintura no solamente porque es una de las obras más interesantes de Degas y del Gulbenkian, sino especialmente porque alude al acto creativo, a su reflexión y sus referencias, unas referencias que en esta exposición son los cuadros de los demás creadores.
La trayectoria artística de Julião Sarmento comienza a finales de los años sesenta tras cursar estudios de pintura y arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de Lisboa. A principios de los años ochenta participará en dos ocasiones en la Documenta de Kassel, lo que impulsará el reconocimiento internacional a su trabajo. Presente en la Bienal de Venecia en tres ocasiones, en el año 1997 será el artista escogido para representar a Portugal en el certamen, y durante 2010 la Tate Modern de Londres le dedicará una sala de exposición permanente en exclusiva.
Triple atractivo
El peso de un gesto cuenta con un triple atractivo. Es una aproximación al arte portugués, tan desconocido entre nosotros pese a la proximidad y la afinidad cultural. Es también una invitación a ver con nuevos ojos el arte internacional de las últimas décadas a partir de algunas obras esenciales de las tres colecciones. Y, por último, es una invitación a descubrir el mundo de Julião Sarmento: su interés por la literatura y el cine, su preocupación por la seducción y la violencia, y el despojamiento progresivo, la búsqueda de formas esenciales.