La experiencia de Stettner como fotógrafo de combate en la Segunda Guerra Mundial y la experiencia de luchar contra el fascismo hombro con hombro con sus compañeros soldados le llevó a desarrollar una creencia profunda y duradera en la humanidad esencial del hombre común. Influido también por sus lecturas literarias y filosóficas (sobre todo Platón, Marx y Whitman, poeta del que siempre llevaba en el bolsillo Hojas de hierba) y por su relación, a través de la Photo League, con compañeros como Sid Grossman o Weegee, que le transmitieron la importancia de la fotografía como instrumento de cambio social, su obra refleja la valentía del hombre para afrontar las adversidades y las bondades de la existencia.
La principal inspiración de Stettner procedía sobre todo de la obra de Walt Whitman. En palabras del propio artista, «la fe de Whitman en sus semejantes, su comprensión del ciclo completo de la vida y la muerte y su cosmovisión me han resultado contagiosas. […] celebra a los hombres y mujeres y no tiene miedo, que es quizá una de las razones por las que nunca he dejado de fotografiar en las calles, dondequiera que haya seres humanos».
Con esa visión general como hilo conductor, la obra de Stettner abarca multitud de temas, desde entornos urbanos casi vacíos hasta bulliciosas escenas del metro de Nueva York, la rutina de trabajadores y obreros o, ya en su última época, los paisajes montañosos del macizo francés de los Alpilles. A lo largo de su trayectoria volvió con frecuencia sobre muchos de ellos, en especial sobre los relacionados con su compromiso social y su preocupación por los menos favorecidos.
🤔📸 ¿Quien fue Louis Stettner y qué huella ha dejado en el arte contemporáneo? Carlos Gollonet, conservador jefe de fotografía de @mapfreFcultura, nos lo explica en el siguiente video ▶️ pic.twitter.com/O1234fjdtr
— KBrfmapfre (@KBrfmapfre) July 5, 2024
A caballo entre Nueva York y París, y sin vincularse nunca a una de las dos ciudades, permaneció enraizado en dos culturas en una época en la que la mayoría de los fotógrafos se relacionaban solo con una de ellas. En este sentido, su trabajo desafía cualquier categorización y contiene elementos tanto de la estética de la fotografía callejera neoyorquina como del humanismo lírico de tradición francesa.
Sin embargo, a pesar de estar plenamente inmerso en el debate de la fotografía histórica durante buena parte del siglo pasado, su obra no fue en su momento reconocida como merecía, quizá por no estar adscrita a un estilo determinado o acaso porque nunca se doblegó a intereses con los que no comulgaba, como el hecho de que en su momento perdiera su trabajo al negarse a desvelar nombres cuando fue interrogado en la Caza de Brujas de McCarthy.
A lo largo de su prolífica carrera, Stettner, una fuerza de la naturaleza con una pasión por la vida a lo Whitman y la mente inquisitiva de un filósofo, interactuó y entabló amistad con muchos de los fotógrafos más destacados de la escuela humanista del siglo XX: Stieglitz, Brassaï, Strand, Weegee, Cartier-Bresson, Sid Grossman, Lou Faurer, Lisette Model, Boubat, entre muchos otros. El estímulo de estos colegas, cuyas reflexiones y críticas de su obra Stettner valoraba profundamente, reforzó su eterna pasión: la de captar el sentido de la vida y la realidad que le rodeaba.
Esta exposición ha sido organizada por la Fundación MAPFRE en colaboración con la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales.
Visitas guiadas
– Jueves, 12, 19 y 26 de diciembre a las 18.00 h. Visitas guiadas a cargo de la mediadora cultural Marian Alonso Capel. Entrada libre.
– Domingos, 15, 22 y 29 de diciembre a las 11.00 h. Visitas guiadas a cargo de Marian Alonso Capel. Entrada libre.
Fe en el ser humano
«Mi forma de vida, mi propio ser, se basa en imágenes capaces de grabarse indeleblemente en el ojo interno de nuestra alma».
«Si mis fotografías siempre han estado arraigadas en la vida cotidiana, haciendo hincapié en lo que se denomina el ‘hombre común’, es porque mis tempranos años formativos estuvieron profundamente politizados por los acontecimientos mundiales. Crecí con el auge del totalitarismo y lo que formó parte de una apresurada transformación del ciudadano promedio en soldado…».
«Es difícil evaluar lo que significó para mí, como fotógrafo, tomar imágenes de batalla. Sí sé que viví y luché junto a mis compatriotas –pescadores, obreros industriales, tenderos– con quienes solo me había topado casualmente en Times Square… Muchachos granjeros de las colinas de Kentucky… El modo en que combatieron con éxito el fascismo me ha dado una fe en los seres humanos que nunca me ha abandonado».