Inspirada en los materiales de construcción que evocan los barrios madrileños de Las Tablas y Vallecas, y el Monasterio del Escorial, lugares asociados, a su vez, con las ideas estéticas de lo empresarial, lo popular y lo histórico, la exposición hace un recorrido por el tiempo y por la historia. Ésta se puede dividir en tres apartados que se corresponden a estos lugares. «El comienzo de esta exposición coincide con mi llegada a Madrid. Cuando llegué tenía un concepto de la ciudad muy dividido entre el norte y el sur», explica el artista. Así, en la primera sala se presentan una serie de péndulos y planchas lisas recortadas con siluetas geométricas realizadas en metacrilato y otros materiales y cortadas a láser, cuyas figuras y colores imitan una estética fría y desprovista de afectos.
Estas piezas están realizadas con materiales modernos y con una técnica basada en la tecnología. Por eso evocan el territorio de Sanchinarro y Las Tablas, barrios de reciente construcción en el norte de Madrid, cuyos edificios de oficinas presentan una construcción muy similar. Para Bestué, estas obras constituyen el prólogo de la muestra; presentan una estética, un material y una técnica escultórica que sirven como “un contrapunto bastante frío” a los poemas de resina que se exponen en la segunda sala.
En ésta se exhiben una serie de objetos domésticos realizados con resina y materiales orgánicos e inorgánicos de múltiples procedencias, molidos, pulverizados y mezclados en moldes. Estos poemas de resina deben su nombre al concepto de “poemas sin palabras”, idea con la que trabaja el artista y con la que pretende dotar a los objetos físicos de un significado semántico a través de los materiales que los componen, de la misma manera que las palabras lo hacen con los poemas. El uso de la resina en estas obras dota de consistencia a la mezcla y permite al artista darle al material la forma que desea.
En palabras de Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, en la muestra se puede observar el interés del artista por el material cuando normalmente se entienden las obras desde una mirada formal. Bestué utiliza el material dejando a un lado las texturas, es decir, como elemento poético. Como explica el propio Bestué, «me importa la materia porque es la pervivencia del pasado traída al presente por cualquier objeto”. En los poemas de resina, que evocan el barrio de Vallecas, lo que hace es licuar la materia, pulverizarla. Al moler un objeto atomiza su sustancia para que de repente adquiera un nuevo cuerpo justo después de desaparecer.
Representación del tiempo
El descenso por las escaleras que llevan a la Sala de Bóvedas, situada en el sótano del Museo, se vincula simbólicamente con el descenso para acceder a la cripta del Panteón de Reyes de El Escorial. Aquí el artista ha acumulado elementos del pasado, sin jerarquía ni orden, como si se tratase de un trastero o una cripta expoliada, en la que se mezclan diferentes tiempos históricos en una suerte de memoria desorganizada.
Son fragmentos arqueológicos (rejas, balaustradas, armarios, paneles…) de diferentes épocas y distintos materiales (madera, metal, etc.), como ruinas o despojos de un pasado que no se puede recuperar. Bestué está muy interesado en la idea de mezcla de tiempos históricos, “como si el tiempo fuera un material más y también pudiera cambiar de forma o pulverizarse”.
Las obras aquí expuestas representan la idea del tiempo lineal y del tiempo centrífugo. El tiempo lineal es una larga barra de metal sustentada sobre pivotes formada por varios segmentos unidos, cada uno de una época distinta, desde el trozo más antiguo de un extremo al más moderno del otro. Mientras que el centrífugo es un dispositivo que contiene diversos elementos arquitectónicos de distintos periodos artísticos (gótico, barroco, neoclásico, romántico, etc.) que van girando insertados en unas varillas.
Finalmente, la exposición concluye con la recapitulación de los espacios anteriores. En el centro hay un banco de piedra y una farola que permiten observar una serie de naranjas, compuestas de diferentes materiales, dispersas por el suelo. “La iluminación es tenue, de atardecer, como cuando comienzan a aparecer los colores naranjas en el cielo y el azul se hace más intenso. Está pensada para pasar el tiempo en ella, sin más, un lugar propicio para mantener una conversación”, explica Bestué.
La muestra se complementa con 00:00h, una escultura situada en el exterior del museo que se activa durante un corto periodo de tiempo en el momento del cambio de día.
Multidisciplinar
David Bestué (Barcelona, 1980) es licenciado dentro de la especialidad de Escultura por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona. Artista multidisciplinar, es un referente clave para entender la revisión crítica de las vanguardias y los formalismos del siglo XX que se ha llevado a cabo en los últimos años, destacando sobre todo lo relacionado con el desgaste de los discursos postmodernos.
Interesado por la arquitectura y la ingeniería, sus investigaciones sobre ambas materias han dado lugar a libros como Enric Miralles a izquierda y derecha (también sin gafas) o Formalismo puro (ambos publicados por la editorial Tenov). También ha publicado La línea sin fin, una serie de fanzines escritos con Andrea Valdés.
Entre sus exposiciones se pueden destacar Aproximación parcial al trabajo de un arquitecto (Sala Montcada de la de la Fundación “La Caixa”, Barcelona, 2005, y Arkitekturmusseet, Estocolmo, 2008), Formalismo Puro (Sis Galeria, Sabadell, 2010), Open Estudio (Gasworks, Londres, 2010) y Piedras y poetas (Estrany de la Mota, Barcelona, 2013).