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El día que el universo cambió

El título de la muestra se inspira en la serie de la BBC The Day the Universe Changed [1]. Emitida en 1985, sus 10 episodios, escritos y presentados por el historiador científico James Burke, destacaban grandes hitos tecnológicos y científicos desde la Edad Media hasta el presente y su tesis central invitaba a reflexionar sobre la esencia de la realidad y su dependencia de nuestra capacidad de percepción, que cambia a medida que los desarrollos tecnológicos amplían las fronteras del conocimiento.

Las obras incluidas en esta exposición interpelan al espectador para que sea consciente de sus limitaciones a la hora de entender el mundo que le rodea, tanto a nivel individual como colectivo. Desde esta posición de humildad invita a entender aquellas fuerzas que nos afectan, aunque sean imperceptibles, y reorientar los modelos de convivencia a medida que se hace más precisa nuestra percepción de la realidad.

Marlena Kudlicka. Apostrof Katastrof and Participle / C. 2020.

Marlena Kudlicka. Apostrof Katastrof and Participle / C. 2020.

Cuatro esculturas de Marlena Kudlicka reciben al visitante. Etiquetada como escultura lingüística, su práctica es resultado de un interés por los mecanismos del lenguaje que permiten compartir con otros lo que vemos. La artista profundiza en el estudio del proceso de desarrollo de formas y reflexiona sobre las limitaciones técnicas que definen el equilibro entre error y precisión. Es este un discurso que evidencia el protagonismo de la tecnología a la hora de definir lo perceptible.

La tecnología es precisamente el medio del que se sirve el músico y artista sonoro Arturo Moya [2] para articular su práctica. Participa en esta exposición con Monster Game, una instalación sonora compuesta por 22 balones de fútbol cada uno de los cuales reproduce un audio distinto cuando es pateado.

Inspirada en el estudio sobre la tartamudez conocido como Monster Study, los archivos sonoros corresponden a las entrevistas realizadas a los 22 huérfanos que fueron objeto de esta investigación dirigida por el psicólog Wendell Johnson. El gesto de patear los balones para activar los audios intersecta el juego, algo en principio inocuo, con la crueldad a la que fueron sometidos aquellos niños y nos invita con ello a reflexionar sobre el impacto físico y los efectos de algo intangible como las ondas sonoras de nuestra voz.

Desde el activismo medioambiental y ubicado en unas coordenadas intelectuales donde arquitectura, ciencia y arte se cruzan, Tomás Saraceno [3] busca desafiar nuestra forma de conocimiento y de percepción del mundo. En esta muestra presenta dos esculturas de cristal soplado tituladas Aeolic Cluster y Ibytu.

Como evidencia el significado del título de la segunda, viento en idioma guaraní, ambas conectan con la conciencia de la respiración como acción común a todos los seres vivos. Así, en la tradición guaraní, el viento es el aliento de la Tierra. El mero hecho de que estas esculturas sean el resultado de insuflar aire muestra la importancia de este elemento como uno de los pilares para la vida que conecta a todos y que, sin embargo, también es objeto de desigualdades.

Dentro del ámbito del arte sonoro se ubica también Delirious fields de Alba Triana [4]. Esta instalación incluye 11 esferas metálicas, cada una de las cuales orbita suspendida en el aire en torno a un campo magnético generado en una bobina de cobre. Un código probabilístico modula la intensidad de cada campo en tiempo real. De estas fluctuaciones y de la disposición de cada sistema emerge una coreografía aparentemente azarosa caracterizada por patrones subyacentes.

Cada sistema es complementado por una varilla resonante, afinada a una frecuencia ligeramente distinta de las demás. Eventualmente, las esferas golpean las varillas generando delicadas superposiciones de sus resonancias y sutiles alteraciones en la sonoridad. A través del movimiento de las esferas y sus sonidos la obra evidencia la inseparable conexión entre nuestro entorno físico tangible y las fuerzas imperceptibles que gobiernan el mundo natural.

Zimoun. 1 prepared dc-motor, cotton ball, cabinet. 2014.

Zimoun. 1 prepared dc-motor, cotton ball, cabinet. 2014.

Este entorno natural y las fuerzas que lo rigen son también fuente de inspiración para el artista suizo Zimoun, [5] que presenta dos obras sonoras. Procedentes del ámbito cotidiano y de tipo industrial (con una predominante presencia del cartón), el listado de materiales que componen cada obra le sirve de título.

Motores de corriente continua activan una acción mecánica que produce sonido y que, una vez puesta en marcha, funciona libremente a modo de una performance de dichos materiales. El diseño de cada obra sirve como entorno controlado en el que el caos tiene cabida, siendo éste, en última instancia, el que define una interacción única entre sus componentes. Zimoun define esta veta creativa como complejidad primitiva, que viene a relacionar su trabajo con los fenómenos naturales, donde conviven patrones cartesianos con fuerzas aparentemente caóticas y que sólo los avances tecnológicos permiten entender.


– Esta exposición forma parte del programa de MMMAD Festival Urbano de Arte Digital de Madrid [6], que cuenta con un amplio programa de exposiciones, instalaciones, performances, talleres y encuentros.