«En 1972, el Dr. H.G. Adler (superviviente de Auschwitz) me entregó un paquete de manuscritos y dibujos. Me dijo que entre esos papeles se encontraba una ópera de Viktor Ullman que querían representar en Praga y necesitaban que revisase la partitura. Me encantó el trabajo y acepté. La representación de Praga no llegó a representarse pero yo ya me había enamorado de la obra», rememora Kerry Woodward, responsable de rescatar El emperador de la Atlántida o la abdicación de la muerte, una ópera que había quedado en el olvido tras el asesinato de su autor en Auschwitz.
La obra, de cuyo libreto se hizo cargo Peter Kien (1919-1944), había sido terminada unos meses antes de su muerte, cuando Ullman se encontraba, junto a Kien, en el campo de concentración checoslovaco de Tezerín (Theresienstadt). «Allí se llegó a ensayar, pero no a estrenar. El porqué ha sido objeto de debate. Hay dos teorías: hay quien sostiene que el ensayo general se realizó pero la obra no gustó, el texto y la música se censuraron, y por eso Ullman y Kien fueron trasladados a Auschwitz; y hay quien dice que no se pudo representar porque fueron trasladados a Auschwitz simplemente porque les había llegado su turno», aclara Joan Matabosch, director artístico del Real.
Treinta y un años después, en diciembre de 1975, Kerry Woodward recuperaba la ópera y la estrenaba, al fin, gracias a Rhoda Levine, que dirigía a la Netherland Opera y que se encargó de la dirección de escena, escenografía y vestuario. «Cuando le toqué la partitura a Levine en el piano dijo: «tengo que hacer esta pieza». El estreno mundial fue en Ámsterdam, el público quedó encantado y desde entonces la obra ha viajado por todo el mundo», recuerda Woodward.
Libertad del Arte
Escrita originalmente para una pequeña orquesta, esta ópera en un acto se estrena en el Teatro Real con una nueva orquestación de Pedro Halffter, responsable también de su dirección musical. «El mensaje fundamental que esta nueva partitura plantea es qué es lo que hubiera ocurrido si Ullman hubiera tenido un gran teatro cuando creó su ópera. Estoy seguro de que al compositor le hubiera gustado ver esta versión para gran orquesta». Es, sin duda, una partitura de gran calidad: «A mí me conmueve cada vez que la dirijo», pero también es una «obra fundamental no sólo en la historia de la ópera sino en la historia de la humanidad porque representa la libertad del arte en el momento más extremo».
Gustavo Tambascio, director de escena de la producción, la define como «una especie de sátira macabra o cabaret tétrico, tratada desde el punto de vista del humor y del sarcasmo». Se trata, según Matabosch, de «una mirada simbólica sobre la naturaleza del fascismo pero en clave humorística. Es una obra muy divertida pero, además, de una tremenda agudeza en la denuncia a sus verdugos».
Pero El emperador de la Atlántida no se centra en un personaje concreto del nazismo sino que reúne muchas referencias a la Alemania de los años 40. Por ejemplo, Goebbels proclamó la guerra total en un discurso en febrero de 1943 y la ópera se centra en el «sistema de exterminio como una industralización de la muerte», explica Tambascio. En ella se narra la historia de un emperador neurótico que lanza la guerra total. Pero también hay otras alusiones al himno alemán, que comenzaba entonces con Deutschanld über alles, las mismas notas con las que en la obra el tamborilero de El emperador anuncia la batalla; o el tema Ein feste Burg, que se escucha en el himno final de la ópera y que se solía cantar en los coros de las iglesias luteranas. La obra también incluye fragmentos de obras anteriores del propio Ullmann.
Caricaturescos personajes
Siete cantantes dan vida a los caricaturescos personajes de las cuatro escenas de El emperador de la Atlántida: el barítono Alejandro Marco-Buhrmester, en el papel titular, y el bajo Torben Jürgens, encarnando a La Muerte, encabezan el reparto. Estarán secundados por el bajo-barítono Martin Winkler (El altoparlante), la mezzosoprano Ana Ibarra (El tambor mayor), el tenor Roger Padullés (Arlequín), la soprano Sonia de Munck (Bubikopf) y el tenor Albert Casals (Un soldado).
Esta breve ópera estará precedida de un prólogo compuesto por tres obras entrelazadas en las que se combinan las ideas del honor y la muerte. La primera será El canto de amor y muerte del corneta Christoph Rilke, con música de Viktor Ullmann y texto de Rainer Maria Rilke. Esta obra, que se estrenará en España con la interpretación de Blanca Portillo, es un melodrama en el que el autor hace un canto militarista, ya que fue corneta en la Primera Guerra Mundial, en contraposición con El emperador de la Atlántida, que aborda una trama antimilitarista.
En segundo lugar se representa Adagio in memoriam Ana Frank, «con la que se sabe que convivió durante dos días en Auschwitz y con la que tiene en común la esperanza por vivir», asegura Hallfter; y concluye con Pequeña obertura para “El emperador de la Atlántida”, ambas con música y orquestación de Pedro Hallfter, basadas en la Sonata para piano núm. 7 de Ullmann.
La Orquesta Titular del Teatro Real, bajo la dirección de Pedro Halffter, interpretará todas las obras de este espectáculo único. Como complemento, el Real produce el documental The Kaiser of Atlantis, con dirección de Sebastián Alfie, rodado en Madrid, Praga, Ámsterdam y Nueva York, en una coproducción con Sintonía Media y la televisión checa y distribución internacional para cine, televisión e internet.
Actividades paralelas
– 12 de junio (12.00 h). Los domingos de Cámara. Programa dedicado a la Música degenerada (Entartete Musik). Solistas de la Orquesta Titular del Teatro Real
- Parte I: Four Outings for Brass (Dos trompetas, trompa, trombón y tuba), por André Previn / Música sinfónica para 9 instrumentistas, por Ernst Krenek.
- Parte II: Sexteto para cuerda en Re mayor, op. 10, por Erich Wolfgang Korngold.
– 15 de junio (20.00 h). Sesiones golfas. Recital de Angela Denoke (soprano), Tal Balshai (piano) y Norbert Nagel (clarinete y saxofón).