En las calles de urbes como París, Ámsterdam, Hong Kong o Tokio, Van der Elsken encontró la inspiración y el escenario idóneo donde habitaban los personajes intransigentes, llamativos, sorprendentes y rebeldes que protagonizan sus obras. Desarrolló un estilo personal, valiente y poco convencional que se nutría de la influencia de legendarios fotógrafos internacionales, como Robert Frank y William Klein, mientras que su legado es visible en las obras de Nan Goldin y Paulien Oltheten.
«En su obra se mezcla lo narrativo, lo documental, la ficción y la realidad», afirma el director del Área de Cultura de Fundación MAPFRE, Pablo Jiménez Burillo, que recuerda que Van der Elsken, enfermo de cáncer, decidió filmarse a sí mismo en el proceso final de su existencia.
En efecto, la fotografía y el cine fueron para él medios con los que experimentar y exteriorizar su propia vida, razón por la que su personalidad queda reflejada tanto en la relación que entabla con sus personajes como en sus numerosos autorretratos. La modernidad y la autenticidad visual de sus imágenes están en consonancia con su espíritu aventurero y, a la vez, con el estilo de vida inconformista de las personas cuya vida cotidiana compartía.
La exposición que ahora visita Madrid, organizada por el Stedelijk Museum de Ámsterdam en colaboración con el Jeu de Paume y Fundación MAPFRE, ofrece una nueva reflexión sobre su trabajo y muestra sus diferentes facetas como fotógrafo, cineasta y autor de libros.
Además de una amplia selección de 200 fotografías, muchas de ellas ya icónicas, se exhiben sus libros, fragmentos de sus películas y presentaciones de diapositivas creadas a partir de numerosas fotografías en color como Tokyo Symphony. En la exposición también se encuentran hojas de contactos, dibujos y maquetas de algunas de sus obras más relevantes, así como documentos personales, cartas y notas que ofrecen al público una visión muy particular sobre su forma de trabajar y su personalidad.
Los fragmentos seleccionados de sus películas, en blanco y negro o en color, ponen de relieve su labor como cineasta y permiten entender la estrecha relación que en la obra de Van der Elsken existe entre la práctica cinematográfica y la fotografía. Como apunta la comisaria de la muestra, Hripsimé Visser: «En la cultura visual contemporánea del selfie y la mezcla de disciplinas, el trabajo de Ed Van der Elsken sigue gozando de una actualidad innegable. Era un artista total que manifestó que le hubiera gustado tener una cámara incorporada en su cabeza para filmar todo lo que veía».
La bohemia
El recorrido de la exposición comienza con París & una historia de amor en Saint-Germain-des-prés, en la que se encuentran las imágenes que realizó el artista mientras vivió en la ciudad, una etapa en los que se enamoró de su entorno urbano y se centró en los artistas callejeros, vagabundos, amantes junto al Sena, manifestaciones y carteles publicitarios. También recoge las instantáneas que hizo cuando conoció a la bailarina Vali Myers y a sus amigos, con los que adoptó un enfoque radicalmente nuevo y personal que le llevó a fotografiar a los bohemios del barrio Saint Germain-des-Prés, principalmente durante la noche.
Ámsterdam muestra los trabajos realizados en su ciudad natal, en la que se dedicó asiduamente a la fotografía callejera y donde desarrolló su interés por los jóvenes rebeldes y los personajes atípicos. Durante su estancia en la capital holandesa filma para el Stedelijk Museum la exposición Dylaby. Además realiza Welkom in het leven, lieve kleine (Bienvenido a la vida, pequeño), su primer largometraje documental para la televisión, película autobiográfica que muestra a su esposa embarazada y a su hijo mayor, así como su barrio de Nieuwmarkt; Lieverdjes (Cariños, 1963) y Fietsen (Ciclismo, 1965).
El campo y… Tokio
En 1970, Van der Elsken abandona Ámsterdam para instalarse en una granja, próxima a Edam. La película De verliefde camera (La cámara enamorada, 1971) se centra sobre todo en los encargos hechos en el extranjero para la revista Avenue. Realiza una serie de imágenes, Avonturen op het land (Aventuras en el campo, 1980), como homenaje a la flora y fauna y a los habitantes de los alrededores de su granja en las diversas estaciones. También publicó un libro con el mismo título.
Japón incluye las fotografías tomadas durante su primera visita a Tokio a finales de los años cincuenta, que muestran temas típicamente japoneses, como los luchadores de sumo, las inclinaciones al saludarse y los increíbles empujones que suelen producirse en las puertas de los vagones de tren. Van der Elsken no sólo fotografió costumbres recatadas y actitudes educadas, sino que también inmortalizó la incorporación de este país al consumismo y la cultura juvenil.
En Tokyo Symphony se exhibe la presentación audiovisual sobre esta ciudad, en la que Van der Elsken trabajó en la última etapa de su vida. Un proyecto que se terminó póstumamente, utilizando sus diapositivas en color y sus grabaciones de audio y que se mostró por primera vez en 2010.
La exposición se cierra con Bye, dedicada a su última película, en la que el fotógrafo ejerce de protagonista y de cámara. El tema principal es el cáncer en fase terminal que le diagnostican en 1988 y que decide documentar a través de un relato donde explica el progreso de su enfermedad. Un autorretrato personal e íntimo en el que expresa abiertamente su tristeza, su miedo, su dolor y su ira.