En 1994, la entonces recién creada sala BBK del Museo acogió la exposición Eduardo Arroyo. Tamaño natural, 1963-1993 que, a modo de retrospectiva, reunía un amplio grupo de pinturas de grandes dimensiones –grandeur nature– del madrileño. Casi 25 años después se presentan en el mismo espacio expositivo pinturas y esculturas creadas por Arroyo en los tres primeros lustros del siglo XXI, con especial atención al fabuloso esfuerzo creativo desplegado por el pintor mientras preparaba la gran exposición individual de su obra celebrada este verano en la Fondation Marguerite et Aimé Maeght de Saint-Paul-de-Vence (Francia).
Considerado uno de los principales representantes de la figuración narrativa que renovó la pintura europea a mediados de los años sesenta, Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) es autor de una obra llena de referencias literarias y autobiográficas en la que se mezclan el humor, la crítica política y social y la fascinación por la cultura visual. Su primera vocación fue la literatura y, además de pintor y escultor, ha desarrollado también una fecunda carrera como dibujante, escenógrafo, ilustrador, diseñador de carteles y grabador.
Aunque en sus últimas obras ha dado rienda suelta a sus pasiones literarias y artísticas y ha creado una excepcional galería de retratos de personajes a veces reales, a veces imaginarios (Dante, Don Juan Tenorio, Cyrano de Bergerac, Balzac, Van Gogh, Joyce, Orson Welles), su trayectoria creativa ha estado siempre muy influida por las circunstancias políticas y culturales de la historia española y europea de mediados del siglo XX, que no ha dudado en utilizar como material para su trabajo artístico. Así, el título de la exposición, Le retour des croisades, se corresponde con el de uno de los grandes lienzos pintados por Arroyo en 2017, una alegoría de la situación española actual concebida también como un homenaje-parodia del monumental cuadro de Ignacio Zuloaga La víctima de la fiesta (1910). Ambas obras, original y pastiche, se muestran aquí por primera vez juntas.
Los homenajes a la historia de la pintura y a los pintores se suceden a lo largo de la exposición, como es el caso de La lucha de Jacob y el ángel (2011-2012) inspirados en el gran mural de Delacroix para la iglesia de Saint-Sulpice de París; Cordero místico (2008) versión a tamaño natural del célebre políptico de Gante de los hermanos Van Eyck; o sus particulares homenajes a Van Gogh –Van Gogh sur le billard d´Auvers-sur-Oise (2016-2017)– y al pintor suizo Ferdinand Hodler –Ferdinand Hodler et son modèle (2016) .
Finalmente, la exposición presenta en la sala BBK una amplia selección de las esculturas realizadas por Arroyo durante los últimos años. Se trata de piezas, como el Unicornio de Laciana (1999) con la que se inaugura el recorrido, creadas en plena naturaleza con distintos materiales (troncos, bloques de piedra) procedentes del valle leonés de Laciana, donde el artista fijó su residencia estival tras su regreso a España a finales de los años setenta.
Entre las obras que completan la exposición destacan Autorretrato (2011), El rapto de Europa (2014), Poissonnière (2015), La vie à l´envers. Paimio. Homenaje a Alvar Aalto (2016), Gerónimo / Cyrano de Bergerac (2016), Arthur Quiller – Couch dit Q. What odds? (2016) o Sylvia Beach fête la publication d´Ulysse dans la cuisine d´Adrienne Monnier (2016).