Este muestra cuenta una historia fascinante pero poco conocida: la presencia en España entre los siglos XVI y XVII de la mayor parte de los manuscritos que escribió Leonardo da Vinci. No sólo los dos Códices Madrid, que hoy son uno de los tesoros de la Biblioteca Nacional de España, sino casi todos los que se conservan repartidos en los mejores museos del mundo, además de los aproximadamente veinte que desaparecieron. A partir de este hilo conductor, la muestra reivindica la importancia de la ciencia y la transmisión del conocimiento en la España de los Austrias, y presenta un Madrid que fue foco fundamental del saber de la época.
El establecimiento por Felipe II de la corte en Madrid determinó que el Alcázar Real, residencia del monarca y sede de los Reales Consejos, se convirtiese en el centro neurálgico de la monarquía. En sus dependencias se pensaron, y desde ellas se dirigieron, ambiciosos proyectos ejecutados por matemáticos, cosmógrafos, astrónomos, ingenieros, arquitectos, médicos, botánicos, ensayadores, artistas, relojeros, etc. Todos trabajaban al servicio de la Monarquía Hispánica como expertos en alguna de las materias que conformaban la «ciencia y técnica imperial», herramienta esencial para la administración de los extensos territorios de la Corona y para mostrar, defender y extender su poder.
Madrid, tanto la capital como Alcalá, Aranjuez o El Escorial, el extenso territorio donde se asentó la corte, se convirtió en uno de los focos científico-técnicos más activos de Europa. Contribuyeron a ello científicos y técnicos españoles, pero también napolitanos y milaneses, flamencos, portugueses, alemanes e incluso algunos ingleses y franceses. Con estos ingenieros viajaron propuestas e invenciones, libros e ideas que se compartieron más allá de las fronteras políticas.
El ingenio al servicio del poder cuenta con la colaboración de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Biblioteca Nacional de España y de Patrimonio Nacional.