Rogelio de Egusquiza se consideraba un gran admirador de la obra del compositor alemán. Es por ello que realizó una serie de obras que giraban en torno a Parsifal. Este conjunto de pinturas, dibujos y estampas, que fue donado por el propio pintor cántabro en 1902, se expone por primera vez en el Museo del Prado.
El repaso que Egusquiza hace a través de sus pinceladas a Parsifal constituye un testimonio singular y sorprendente del extremado misticismo heroico que caracteriza al universo wagneriano. Estas obras del cántabro se convierten en uno de los más interesantes ejemplos del simbolismo europeo.
Bajo el título Das Böse bannt (El Mal se desvanece) la sala 60 del Edificio Villanueva reúne 14 obras prácticamente desconocidas donde se entrelazan la creación de Egusquiza, el mundo de Wagner y las leyendas artúricas.
La teatralidad de Parsifal
El Prado recrea en la sala dedicada a la exposición un ambiente teatral. La disposición de la luz y el color de las paredes crean una atmósfera casi metafísica, que contribuyen a que las obras destaquen por su actitud de recogimiento y concentración espiritual.
Presidiendo la muestra destacan el rostro esculpido de Richard Wagner y, sobre él, el grabado del Santo Grial que el propio artista eligió para su capilla ardiente.
Junto a las obras dedicadas a Parsifal se exponen también retratos de Wagner y Luis II de Baviera, que pertenecen a una serie más amplia de efigies de personalidades afines a la ideología wagneriana que también conserva el museo.
Wagner y su influencia
Rogelio de Egusquiza desarrolló su arte en pintura, escultura y grabados. Discípulo de Francisco de Mendoza, se formó en la Escuela de Bellas Artes de París. Su carrera empezó con lienzos históricos, que dieron paso a retratos de alta sociedad y escenas de género.
El punto que marcó su obra tuvo lugar a finales de la década de 1870, cuando entró a formar parte de un grupo de artistas muy influenciados por el legado de Richard Wagner. En 1879 viajó a Múnich, donde asistió a la representación de El anillo del nibelungo. Fue tal su impresión que decidió ir a Bayreuth a conocer al compositor personalmente. Es a partir de este momento cuando se aprecia una nueva concepción de su arte como vehículo místico y sacralizado.
Durante veinte años consagró su obra a la temática wagneriana, dejando paso a otros intereses solo a finales de siglo.
Egusquiza en el Prado
Las obras que se exponen en el museo son 14. Incluyen una escultura en bronce fundido de Richard Wagner que data del año 1892, dos pinturas óleo sobre lienzo (Parsifal y Kundry), cuatro dibujos (Parsifal, Titurel, Kundry y Amfortas) y siete estampas (Richard Wagner, Luis II de Baviera, Kundry, Titurel, Amfortas, Parsifal y El santo Grial), todas ellas realizadas entre finales del siglo XIX y principios del XX.