Camus desarrolla la obra para teatro El malentendido desde las ideas del absurdo, en su primer ciclo de obras. Su filosofía del mismo se encuentra enmarcada en El mito de Sísifo, dramatizada en Calígula y El malentendido y narrada en El extranjero, y ha sido un aporte fundamental para la filosofía existencialista durante el siglo XX.
La obra teatral El malentendido se divide en tres actos, a manera de una tragedia clásica, donde el destino de los personajes se ve en constante tensión con sus afectos. Jan es el hijo que se ha marchado lejos de casa, dejando atrás a su madre y a Marta, su hermana. Conocerá a María, con quien se casará. Después de más de veinte años de lejanía decide volver a su casa y dar su fortuna a las dos mujeres abandonadas. No será tarea fácil: ellas ya no le recuerdan. Entonces, Jan decide hacerse pasar por un cliente, lo que iniciará el malentendido que saldrá muy costoso a todos los personajes de la obra.
Cayetana Guillén Cuervo comenta la obra
[1]«El malentendido es un libreto de Albert Camus para el teatro, con el esquema clásico de una tragedia. El autor incluyó esta pieza en lo que llamó ciclo del absurdo junto con El extranjero, Calígula y El mito de Sísifo. En esa trilogía reflexionaba sobre lo absurdo de la condición humana.
La obra se presentó en España en 1969, en el Teatro Poliorama de Barcelona, con Gemma Cuervo y Fernando Guillén dirigidos por Adolfo Marsillach, en un reparto en el que estaba también Maria Luisa Ponte. Una joven María Casares había estrenado la obra en el Théâtre des Mathurins en París, en 1944, con Francia ocupada por el ejército nazi, y las funciones se habían vivido como metáfora y como transposición. Porque en El malentendido están todos los grandes temas camusianos: la ausencia de dios, la soledad del ser humano, la añoranza de un lugar en el Sur donde el mar y el sol gobiernan implacables sobre todas las cosas, la paralización de los sentimientos que permite continuar viviendo en un mundo hostil, la condena.
Jan regresa al hogar familiar veinte años después de haberlo abandonado. En ese intervalo de tiempo se ha casado y vuelve con su mujer. Quiere ser reconocido por sí mismo, sin identificarse, y con esa determinación acude, solo, a pedir alojamiento en la pensión que regenta su madre con su hermana Marta. A una pensión en la que esas mujeres asesinan a los huéspedes para apoderarse de sus bienes.
Ellas no le reconocen. Sobre ese malentendido, el espectador se adelanta para reflexionar sobre un mundo donde la moral ha desaparecido y se ve obligado a recomponerla de nuevo a toda prisa, durante la función, teniendo en cuenta los sentimientos y circunstancias de los personajes. A crear una nueva ética para poder seguir viviendo fuera de la sala. Una reflexión muy actual.
El hecho de que un personaje marginal precipite como el eje sobre el que gira la función –y el mundo– le da al final una vuelta de tuerca –reveladora– de gran intensidad. He obtenido de los herederos del legado de Albert Camus el derecho exclusivo para representar El malentendido en España. Quiero hacerlo como homenaje a mis padres, para conmemorar el centenario del nacimiento del Premio Nobel de Literatura francés que se cumple el próximo año, para plantear un interrogante a la sociedad».
Cayetana Guillén Cuervo