Sorolla. El color del mar incluye más de 60 obras de los fondos del Museo Sorolla. La mayor parte de ellas son lienzos, y la muestra se completa con algunas notas de color, pequeñas tablas o cartones fácilmente transportables donde tomaba sus apuntes del natural y que resultan imprescindibles para comprender sus métodos de trabajo. Estas notas, salvo por sus pequeñas proporciones, reúnen casi siempre todos los ingredientes de un cuadro completo.
Así, el hilo conductor de la exposición es el viaje de Sorolla desde la naturaleza hasta la pintura. El pintor proclamó continuamente su pasión por el natural, y jamás quiso distanciarse de él, ni sumarse al progresivo alejamiento de la realidad que las vanguardias artísticas estaban llevando a cabo. Pero era un pintor de su tiempo, y la exposición pretende llamar la atención sobre el hecho de que, en el proceso de trasladar al lienzo su visión de la naturaleza, termina dejando que la pintura, su materia y su color, roben el protagonismo a la naturaleza representada.
La luz y el mar
Junto a los cuadros y apuntes, que desde las paredes presentan directamente cómo percibe el color del mar la pupila entrenada de un pintor muy dotado, distintas vitrinas van desarrollando, mediante objetos, muestras de pigmentos y pinturas, breves textos y fotografías, un discurso paralelo sobre los medios que Sorolla tiene a su disposición para materializar su visión, y plantean de forma sencilla algunas cuestiones básicas de la pintura: qué es el color y qué estamos diciendo cuando decimos azul.
La fama de Sorolla se ha cimentado especialmente sobre dos aspectos de su producción: el tratamiento de la luz, que parece irradiar desde sus cuadros con el mismo calor vital que la luz del sol real que representa; y sus escenas de mar, donde el trabajo de los pescadores o el baño de los niños se producen en el escenario donde esa luz tiene un campo más ilimitado, y donde el agua la multiplica en sus reflejos y la hace vibrar y resplandecer.
Antes de llegar a Palma, esta muestra, organizada por la Fundación Museo Sorolla en colaboración con la Obra Social ”la Caixa”, se ha podido ver con gran éxito en Madrid, Barcelona, Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria.
El mar como espectáculo
Nacido junto al mar, Sorolla debió de percibir muy pronto su fuerza como espectáculo, la fascinación visual del movimiento incesante del agua y de las nubes, del continuo sucederse de las distintas luces de horas y estaciones, el poder envolvente de sus atmósferas y la potencia emocional de sus grandes masas de color. Arrastrado por el deseo de capturar en su lienzo ese espectáculo siempre huidizo, el artista desarrolla una técnica rápida que va haciendo cada vez más visibles las marcas del pincel sobre el lienzo, la huella de su mano transcribiendo, veloz, lo que sus ojos ven. En ese ejercicio de pintar, inmerso en su trabajo como los niños en el agua, Sorolla transforma su visión apasionada en otro espectáculo distinto: el de la propia pintura.