Los protagonistas de las narraciones de la obra de Aragón aparecen frecuentemente sin esperanza, resignados e incapaces de luchar por mejorar su situación, presos de una cultura de la violencia arraigada desde la niñez en sus vidas.
A través de imágenes herederas del paisajismo romántico del siglo XIX, el artista refleja, desde la belleza de los paisajes mexicanos, la situación desesperada de los habitantes del México rural de la zona de Oaxaca. Construye imágenes evocadoras y metáforas que conforman un universo visual contemporáneo heredero del realismo mágico latinoamericano.
La vídeo-instalación Matamoros vertebra la exposición, exponiendo la historia real de Pedro Vásquez Reyes, que recorrió junto al artista el trayecto que aquel realizaba cuando traficaba con drogas; su destino, marcado por una realidad social con escasas alternativas, le conduce a ganarse la vida de forma ilegal.