Fósiles de mamut, un Cristo de marfil del siglo XVII, una estatua romana ensamblada a una talla gótica francesa de una Virgen con el Niño y un embalaje de cartón pintado con pan de oro. Estas piezas, unas seiscientas aproximadamente, adquiridas ex profeso para esta muestra por el artista en una compra a un comerciante holandés («Espero que sean reales, pero nunca te puedes fiar de un comerciante», ríe Vō), se exponen fragmentadas junto a una carta de un misionero francés del siglo XIX, escrita la víspera de su ejecución y transcrita por el padre del artista, Phung Vō, quien, dado su desconocimiento del idioma, copió las letras como si fueran formas.
Además de la carta y las piezas colgantes, una caja de cerveza y otra de leche reposan en el suelo, sobre el que se pueden leer tres grandes sentencias con letras de tipografía gótica como «You are beautiful and you are alone» (eres hermoso y estás solo). Toda una galería de insólito resultado que Vō ha ejecutado en este «cubo blanco» que es a sus ojos el Palacio de Cristal, que le ha facilitado otras condiciones de luz y aire, un nuevo reto para la carrera de un artista innovador que representa actualmente a Dinamarca en la 56 Bienal de Venecia.
Constelaciones de cosas
El vietnamita no se declara interesado en hacer grandes declaraciones como artista, enunciar grandes sentencias. Él prefiere crear «constelaciones de cosas». Sus intenciones pasan por proponer algo al espectador y que éste entienda algo, lo que su mente dicte. Un trabajo abierto, física y mentalmente, que no crea en estudios, alejándose de la rutina clásica de la mayoría de artistas.
La obra de Danh Vō trastoca las estrategias del arte occidental, confrontándolo con el oriental para construir una historia propia. Sus obras nacen de vivencias personales que ensambla más tarde en una maraña de referencias culturales, sociales e históricas. Los objetos que él y su equipo encuentran pasan a relacionarse entre sí a partir de ideas que generan un nuevo sentido que rompe con el discurso tradicional.