En Anthropowigger aparece el Wigger (una contracción entre White y Nigger), un hombre negro con la cara blanca que se repite en las paredes de su estudio hasta la saciedad, y que se ha convertido durante años en su personaje favorito, su mascota, su fiel embajador. Como él mismo asegura, «el wigger es mi Buda, mi Isla de Pascua, mi tótem».
Las pinturas de gran tamaño muestran lo mucho que Moquay quiere hacer retroceder las fronteras de la geografía y de las razas. Sus figuras son de aquí y de ahora, pero también del pasado y de otros lugares.