Christenberry tiene un lugar destacado en la historia reciente de la fotografía americana por su peculiar visión del paisaje tradicional del sur y es considerado como uno de los pioneros de la fotografía en color. Pero, además, es un creador versátil que ha utilizado otros medios (pintura, dibujo, escultura o instalación) para fijar la memoria de un paisaje transitado y vivido por él a lo largo de su vida.
El artista construye un relato parcial del sur, desde y dentro del sur, hundiendo sus raíces en su infancia, sus memorias, sus experiencias, sus lecturas, sus ensoñaciones… Una visión que no deja atrás el lado más oscuro de esa historia americana marcada por la guerra civil, los desequilibrios económicos y los problemas raciales.
Recorrido por la exposición
El recorrido de esta exposición se inicia con un grupo de fotos en blanco y negro fechadas en los primeros años sesenta. Sus trabajos recogen casi desde el mismo punto de vista casas, almacenes o calles que décadas atrás habían sido registrados por la cámara de Walker Evans. Lo interesante es que, junto a estas imágenes, aparecen por primera vez sus propios temas, a los que volverá años después y que se convertirán en iconos de su trabajo: los kudzu, la casa de su familia cerca de Stewart, el Palmist Building, la calle Beale en Memphis, los anuncios y las señales en medio del campo, el cementerio de Stewart, las casas abandonadas…
Muchos de sus temas son fotografiados durante años, incluso décadas, en lo que él mismo ha definido como su particular interés por la estética del envejecimiento, porque son los procesos de transformación, decadencia, muerte y, a veces, renacimiento, los que centran el objetivo de su cámara. De forma ritual, casas abandonadas, iglesias rurales, cementerios, objetos encontrados en el campo o paisajes intervenidos por el hombre son registrados por el artista, haciendo de la experiencia personal y el viaje el argumento central y circular de su trabajo.