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El universo escenográfico de Andrea D’Odorico

Andrea D’Odorico (Udine, 1942 – Sevilla, 2014) era un hombre poco común en el siempre cuestionado campo de las artes escénicas. Arquitecto escenógrafo, figurinista, gestor, productor, editor…, era culto, sensible y con talento. Las enseñanzas de su maestro, el arquitecto y diseñador Carlo Scarpa, le influyeron de manera sorprendente, no sólo en su estética y en sus geometrías, sino también en la pasión por la amistad, la conversación y los intercambios de opiniones y controversias con artistas, actores, directores, escritores, colegas y amigos.

Su método de trabajo era siempre muy riguroso, estudiaba todas las fuentes documentales y gráficas para alcanzar las claves del texto teatral. Cuidaba los detalles de manera obsesiva, tanto los colores, como el diseño de un mueble por mínimo que fuese. La perfección y la elegancia fueron columnas inamovibles en su obra creativa.

Desde su llegada a Madrid, en 1970 y su casi inmediata colaboración con otro innovador de la escena, Miguel Narros, ambos se convirtieron en los buques insignias del teatro de esos años, no sólo por la cuidada selección de los textos, sino también por su renovadora puesta en escena. Narros era en esos momentos el más grande figurinista de Europa y Andrea diseñó los espacios más acertados para la confluencia de textos, interpretación, iluminación y vestuario. Entre ambos crearon las más bellas sinfonías y atrevimientos ante cualquier texto: desde el teatro del siglo de Oro, hasta lo más contemporáneo y atrevido.

Innovador

Como hombre vital e innovador que era, funda en 1993 su empresa teatral Producciones Andrea D’Odorico, de la que nacieron trabajos de impecable factura como La doble inconstancia, de Marivaux (1993); Seis personajes en busca de autor, de Pirandello (1994); Panorama desde el puente, de Miller (2000); El sueño de una noche de verano, de Shakespeare (2003); Doña Rosita la soltera, de García Lorca (2004); La señorita Julia, de Strindberg (2007); Tantas voces, de Pirandello (2008); La avería, de Dürrenmatt (2011); Paradero desconocido, de Taylor (2012); Así es, si así fue (2014);… Todos ellos dirigidos por grandes directores de escena como Miguel Narros, Laila Ripoll, Natalia Menéndez, Luis Luque o Francesco Saporano.

D’Odorico enseñó y guio a muchos en su oficio: figurinistas, arquitectos, escenógrafos, constructores, autores, productores, regidores, maquinistas, directores de escena, etc. En los últimos años, impartió clases magistrales de teatro en las facultades, las escuelas de Teatro, la Residencia de Estudiantes…, sabía que la transmisión del saber era algo fundamental para la construcción de una sólida tradición teatral en la cultura de un país.

Exposición 'Andrea D'Odorico. Los espejos del alma'. [1]