Este desafío al sentido común fue aceptado, sorprendentemente, por la comunidad científica de entonces. Esas voces, a priori inaudibles para la consciencia humana, quedaron registradas bajo una frecuencia que podía ser escuchada en un magnetófono. La tecnología hacía de médium y de medio, confiriendo a las cintas magnéticas una sensibilidad más audaz para comunicarse con la realidad imperceptible.
Mediante una labor de investigación y a modo de back-up, Enrique Radigales [1] (Zaragoza, 1970) ha conseguido los registros de esas cintas y los ha traspasado a espectrogramas que ahora presenta en la galería The Goma. Pero también ha logrado extraer, mediante herramientas de geolocalización, imágenes actuales del entorno donde Jürgenson hizo sus grabaciones. ¿Están estos espectogramas y esas imágenes fotográficas impregnadas de las presencias inaudibles que registró el documentalista? Radigales, al margen de un posicionamiento sobre lo paranormal, intuye en nuestra manera contemporánea de observar un “velo pintado” difícil de descubrir, y que, bajo nuestro racionalismo científico, solo nos es posible desentrañar una descomunal amalgama de ceros y unos.
Tecnología
Lo primordial para él es cuestionarse qué entendemos por tecnología y cómo actúa ésta sobre el orden natural. Si bien la fonoteca de Jürgenson consta de frecuencias no frecuentadas, que mediante un procesamiento constatan una realidad diferente, ¿no será capaz también nuestro yo de experimentar el plano velado de este mundo? Quizá haya en el pensamiento y en la obra de este artista un afán por una vuelta al primitivismo, alejado de una concepción darwinista; por seguro una nostalgia de la naturaleza donde los tiempos hiperlentos aún conviven con el presente tecnológico, como los palos de boj centenarios usados como amplificadores mudos y como soporte en dos ámbitos de orden: el natural (el bosque) y el digital (la audioteca).
Pero es a través de un distanciamiento temporal y espacial lo que hace que la obra de este artista no resulte prosaica. Las pinceladas sobrepuestas a las imágenes son ahora más intuitivas y libres que en las superficies bidimensionales de trabajos anteriores, donde igualmente investigaba la imposibilidad de aunar el mundo digital de los colores hexadecimales y el gesto humano de la pintura analógica, aunque mantiene restos de esa rigidez en ciertas superficies más proclives a esa huella, como en la rugosidad y agrura del propio boj, que recuerdan al artista la minuciosidad y cuidado con la que se trabaja la pintura mural al fresco.
La deslocalización de estas topografías desvela el presente, pero también los orígenes, y ambos tiempos se fusionan en esta exposición sin desestimar la relevancia del futuro tecnológico.
Lenguajes, instrumentos y dispositivos digitales
Enrique Radigales se especializa en Pintura en la Escuela Massana de Barcelona y más tarde cursa Sistemas Interactivos en la UPC, Barcelona. Es uno de los artistas e investigadores españoles pioneros en el net art y en los lenguajes digitales. Ha sido artista residente en Eyebeam (Nueva York), Casa de Velázquez (Madrid) y en el Museu da Imagem e do Som (São Paulo).
Si bien trabaja desde hace más de veinte años en el ámbito de los lenguajes, instrumentos y dispositivos digitales confrontando estos conocimientos con la pintura, no ha sido hasta la última década cuando se ha visto inmerso en el circuito expositivo nacional e internacional: La Casa Encendida, Matadero, Centro Cultural Conde Duque, LABoral, CDAN, Arts Santa Mònica, Burosan Contemporary, CasaNovaArte, Galería Formato Cómodo o Galería Baró son algunos de los espacios institucionales y privados donde ha expuesto individualmente o junto a otros artistas. Esta es su tercera exposición individual en The Goma.