Los dibujos de Mérelle expresan anhelo y ensoñación, y están inspirados en la vida cotidiana. El carácter onírico da lugar a una interpretación íntima de su significado. Desde la interacción de los personajes en la naturaleza, entre ellos mismos o en la más absoluta soledad, hablan de un mundo simbólico de complicada existencia al igual que de nuestros deseos y frustraciones.
La precisión técnica es uno de los elementos diferenciadores de su dibujo –con referencias de maestros como Durero o Doré–, pero la recreación de sus escenarios de carácter psicológico es el verdadero contenido de su obra: sueños, fobias, deseos… Un mundo personal que habla de aspiraciones, conflictos y miedos, donde una dualidad entre el adulto y el niño siempre está presente.