La exposición privilegia la cotidianidad como punto de encuentro entre vida colectiva y vida individual, una cotidianidad entendida como escena de reencuentros entre tradición, adaptación y cambios más o menos bruscos o visibles.
Las subculturas juveniles, los deportes, el cine, el teatro, las modas y otros fenómenos aglutinan a grupos determinados bajo códigos compartidos, participando de un lenguaje común cuyo material no son sólo las palabras sino las acciones.
Las obras seleccionadas comparten cierta preocupación por el medio social y lo utilizan como laboratorio experimental del cual extraer distintas lecturas sobre lo cotidiano: la puesta en escena de las normas sociales, de las herencias y también de los cambios del individuo implicado en diversas dinámicas de comunicación. De esta manera, además de la producción de sentido se asiste a la producción de espacios de interacción.