Esta retrospectiva, comisariada por Chema Conesa y coproducida por La Fábrica y la Fundación Barrié, reúne sus obras más representativas (principalmente pertenecientes al período de la década de los 50), en un intento de poner de manifiesto el carácter imprescindible e insustituible de su trabajo.
Nadie supo como Català-Roca intuir primero y construir después un discurso pleno de autenticidad, fe y consciencia en el lenguaje de las imágenes. El reportaje fotográfico logró con su trabajo una sintaxis nueva, una estructura firme y decidida, alejada sin titubeos de cualquier tentativa experimental y de cualquier ambición artística.
Gran renovador
Fue, además, en la década de los 50 del siglo pasado, uno de los grandes renovadores de la fotografía española, junto a Xavier Miserachs, Leopoldo Pomés y Gabriel Cualladó, y referente imprescindible para la nueva generación de fotógrafos. Hoy se le considera el más importante fotógrafo documentalista que ha dado nuestro país y uno de los mayores representantes de la estética del blanco y negro en la historia de la fotografía occidental.
El comisario de la exposición, Chema Conesa, recuerda que “Català-Roca se adelantó sin saberlo a las teorías de Cartier-Bresson: el fotógrafo oculto que ordena con la vista, aplica una mirada sustractiva a la realidad y elige el momento preciso”.
Retrato del siglo XX
Viajero incansable, recorrió España y retrató los vertiginosos cambios que se producían en los campos y las ciudades: el conjunto de su obra es un magnífico retrato del siglo XX -que se puede relacionar con lo que hacían, al otro lado de los Pirineos, Robert Doisneau o Henri Cartier-Bresson-, y su dedicación a la tarea de describir este país a lo largo de tres décadas, nos ha dejado un legado de más de 200.000 negativos impecables, ya que en su esmero por desechar lo superfluo, destruyó todo disparo imperfecto.
En la muestra también se muestran algunos de sus instrumentos de trabajo: cámaras, hojas de contactos e incluso maquetas de algunos de los libros de fotografía que publicó en vida.
Los archivos del fotógrafo permanecen depositados desde 2008 en el Colegio de Arquitectos de Catalunya (COAC), cedidos por sus hijos, Martí y Andreu.