Morandi representó objetos cotidianos en sus naturalezas muertas, condensando en sus composiciones el tema de lo mundano en su forma más pura y esencial. Sus enigmáticas composiciones de botellas, floreros y cajas continúan seduciendo a los espectadores con su aparente sencillez y su impresión subjetiva de irrealidad.
Esta muestra, patrocinada por Iberdrola, reúne por primera vez una amplia selección de sus pinturas y algunas de las obras de los Maestros Antiguos que influyeron en su práctica artística a lo largo de cuatro décadas, desde el período de entreguerras hasta principios de la década de 1960. Esta indagación revela mecanismos relacionados no tanto con la influencia o la apropiación, sino más bien afinidades electivas compartidas con los que le precedieron.
En concreto, Una mirada atrás investiga tres de sus antecedentes, que proceden de tres países europeos distintos, centrándose en las referencias premodernas anteriores al siglo XIX: la pintura española del siglo XVII y la tradición del bodegón; los pintores boloñeses desde finales del siglo XVI hasta comienzos del XVIII; y las naturalezas y las escenas de género del artista francés del siglo XVIII Jean-Baptiste Siméon Chardin.Morandi dotó sus imágenes de floreros, botellas y cajas de toda la teatralidad del Siglo de Oro español, del naturalismo del Seicento italiano y de la intimidad que Chardin imprimió al mundo de los objetos cotidianos. En cada una de las tres salas se resaltan las características más destacadas de la obra que el italiano absorbió de sus precursores. Se fija especialmente en algunos detalles, como las flores del Greco, la construcción de formas desde la luz de Zurbarán, los humildes detalles de las composiciones del pintor boloñés Crespi o los castillos de naipes de Chardin.
https://youtu.be/ItvwgCAXpUU
Búsqueda personal
Nacido en Bolonia, Giorgio Morandi asistió entre 1907 y 1913 a la Academia de Bellas Artes de Bolonia y tuvo un fugaz contacto con el Futurismo italiano, la vanguardia iconoclasta de su país. En 1919-20 se une a figuras como Carlo Carrà y Mario Sironi, así como a Giorgio de Chirico, en el efímero movimiento de la Pittura Metafísica.
Tras este interludio se embarca en una búsqueda artística personal a través de la exploración del género de la naturaleza muerta y acaba por imbuir a los objetos inanimados de sus contenidas composiciones de una presencia casi antropomorfa.
Coexistiendo con el surgimiento de la abstracción, el regreso al orden y la heterodoxia artística a nivel internacional que caracteriza la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, su obra desafía cualquier clasificación.
Morandi residió durante toda su vida en su ciudad natal, Bolonia, si bien pasaba los veranos en las montañas de Grizzana, en la región de Emilia-Romagna. Vivió y trabajo en su estudio-dormitorio, un escenario singular, semejante a una naturaleza muerta, rodeado de sus objetos predilectos, que configuraba una y otra vez de maneras sutilmente diferentes, centrándose en las posibilidades infinitas que ofrecía la representación de artículos domésticos triviales.